El Comercio 20 de agosto del 2009
El Perú ante el bicentenario de la Independencia
Por: Teodoro Hampe M Historiador
Para nadie es un secreto que la mayor parte del continente latinoamericano se halla actualmente embarcado en un magno proceso de connotaciones políticas, académicas, culturales y sociales que tiende a conmemorar el bicentenario de las primeras experiencias de gobierno autónomo, que se dieron como consecuencia de la invasión napoleónica a la península ibérica.
En el presente 2009 hemos celebrado los 200 años del primer grito de libertad que se pronunció en Chuquisaca, entonces capital de la audiencia de Charcas, y que fue seguido por la Declaración de Independencia de la junta tuitiva de La Paz, hoy capital de Bolivia. Este mes de agosto toca el bicentenario de la revolución en la ciudad de Quito.
Luego vendrá el bicentenario de los gritos de emancipación y las juntas de gobierno que se formaron en Caracas, en Cartagena, en Buenos Aires, en Santafé de Bogotá, en México, en Chile, en la Banda Oriental, en Asunción del Paraguay, en San Salvador.
Nueve de las naciones implicadas en este proceso -Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay y Venezuela- se encuentran formalmente reunidas desde el 2007 en el denominado Grupo Bicentenario, que busca concertar acciones para celebrar de manera coordinada esta efeméride. Su propósito es difundir las raíces de la historia propia y la comparada, poner al alcance de la población las fuentes bibliográficas y documentales para la comprensión de los procesos independentistas, realizar actividades culturales en todas las áreas del quehacer artístico e intelectual, recuperar la memoria histórica y el sentir de la gente sobre su devenir como sociedad, promover el intercambio cultural con otras naciones y hacer obras públicas de diversa naturaleza.
El Gobierno de España, a través de la Secretaría General Iberoamericana, está contribuyendo a este proceso con apoyo logístico y financiero para propender a la reflexión y valoración de los acontecimientos históricos que culminaron con la independencia de sus dominios ultramarinos. Sin embargo, el Perú ―nuestro país― se encuentra completamente apartado de este proceso y está desperdiciando una serie de oportunidades de cooperación interesantes, lo cual es un hecho lamentable y que debemos sin lugar a dudas remediar.
Esta ausencia institucional del Perú se debe a la miopía y falta de entendimiento histórico de las agencias oficiales que ven aún demasiado distante el 28 de julio de 2021, fecha del bicentenario de la proclamación de la Independencia realizada por José de San Martín en la ciudad de Lima. Se trata evidentemente de un error de concepción histórica, que se puede rebatir con varios argumentos.
En primer lugar, la independencia es un proceso de larga duración que comprometió a varias generaciones de súbditos (luego ciudadanos), y no puede reducirse a un acontecimiento singular. Desde el lado del proyecto nacional andino o inca, hay que destacar la gran rebelión de Tupac Amaru de 1780. Posteriormente hubo una serie de levantamientos, sublevaciones y conspiraciones de los sectores criollos y mestizos en diversos lugares del Perú, como Arequipa, Cusco, Tacna, Huánuco y la propia Lima. No prosperaron estos movimientos debido a la política represiva llevada a cabo por el virrey Abascal durante su largo período de gobierno que va de 1806 a 1816.
En segundo lugar, si bien se mira, lo que estamos celebrando es la constitución de juntas de gobierno que se formaron invocando el principio de la soberanía popular y la circunstancia de estar ausente el legítimo rey. Este mismo fenómeno se dio en la junta que se estableció en la ciudad del Cusco en 1814-1815 y estuvo bajo la presidencia del cacique Mateo García Pumacahua. Cusco tenía el mismo rango de sede de audiencia que poseía Lima, pero una visión reduccionista, capitalina, de la historia peruana ha llevado a desconocer la importancia de ese suceso. Por lo tanto, el bicentenario de nuestra emancipación se puede adelantar al 2014, y no habría que esperar hasta el 2021.
En tercer lugar, hubo una serie de personajes peruanos que participaron del proceso de la Independencia hispanoamericana en diversas instancias y diversos lugares fuera de su patria. Tal es el caso del jurista limeño Vicente Morales Duárez, quien falleció siendo el presidente de las Cortes de Cádiz, luego de promulgarse la famosa Constitución de 1812. También hay que mencionar el caso de un mercedario limeño, fray Melchor Talamantes y Baeza, que intervino con destacado relieve en los prolegómenos de la independencia de México y entregó su vida por la causa de la libertad, hace 200 años, en los calabozos de San Juan de Ulúa (Veracruz).
Por todas estas razones debemos poner en relieve la participación activa del Perú en el proceso de la independencia de Hispanoamérica y destacar la importancia del momento tan especial que nuestro continente está viviendo.
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