El Comercio 20 de octubre del 2009
COMENTARIO INTERNACIONAL
¿Armas nucleares en América Latina?
Por: Andrés Oppenheimer
Latinoamérica se ha enorgullecido desde hace mucho tiempo de ser la mayor región del mundo libre de armas nucleares, pero declaraciones recientes de altos funcionarios brasileños y venezolanos hacen que muchos se pregunten si continuará ostentando esa distinción.
El vicepresidente de Brasil, José Alencar, declaró el mes pasado que su país debería tener derecho a las armas nucleares, las cuales, según dijo, actuarían como un factor disuasivo y darían una mayor respetabilidad en el ámbito internacional. En el 2007, el subsecretario de Asuntos Estratégicos y Relaciones Internacionales del Ministerio de Defensa de Brasil, el general José Benedito de Barros Moreira, hizo declaraciones similares.
Bajo el Tratado de Tlatelolco, un acuerdo regional de 1967, varios países latinoamericanos acordaron abstenerse de desarrollar armas nucleares. Desde entonces, 33 naciones de la región han ratificado el tratado, convirtiendo a Latinoamérica en la zona más grande del mundo sin armas nucleares.
El vicepresidente Alencar dijo que otras potencias regionales emergentes, como Pakistán, han ganado posiciones de importancia en organismos internacionales justamente por tener una bomba atómica. Un vocero del presidente Luiz Inácio Lula da Silva aclaró inmediatamente que el vicepresidente —así como el general antes que él— estaba hablando por cuenta propia y que no representaba la posición del Gobierno.
La semana pasada entrevisté al ministro de Defensa de Brasil, Nelson Jobim, y le pregunté si su país está planeando fabricar armas nucleares.
“No, hay aquí una equivocación de parte del vicepresidente”, dijo Jobim. “En Brasil está prohibido fabricar armas nucleares. La Constitución prohíbe el uso y la fabricación de estas armas y, por otra parte, lo prohíben los acuerdos brasileños en el marco internacional”.
Agregó que Brasil se propone desarrollar energía nuclear con fines pacíficos, lo que está permitido por los tratados internacionales. ¿A cuáles funcionarios brasileños deberíamos creerles?, les pregunté a los especialistas.
Cristina Eguizabal, directora del Centro de Latinoamérica y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida, me dijo que cree en la versión del ministro de Defensa. “El proyecto de política exterior de Brasil es el de una potencia respetable, no de un proyecto antisistema, y el hecho de desarrollar armas nucleares lo pondría un poco del lado de estados “indeseables” como Irán o Corea del Norte”, explicó Eguizabal.
Otros creen que Brasil se está poniendo nervioso por el programa de cooperación nuclear entre Venezuela e Irán. El presidente venezolano, Hugo Chávez, ha declarado que está construyendo una aldea nuclear con ayuda iraní. Los dos países firmaron un acuerdo para cooperar en tecnología nuclear el 13 de noviembre del 2008, y el ministro de Minas venezolano, Rodolfo Sanz, afirmó recientemente que Irán está ayudando a explorar las reservas de uranio de Venezuela.
Chávez dijo que esos programas solo tienen objetivos pacíficos, pero el presidente colombiano, Álvaro Uribe, se mostró escéptico al respecto.
“A nosotros nos preocupa mucho que se lleve para nuestro vecindario la guerra nuclear”, dijo Uribe en un reciente encuentro con sus compatriotas en Boston, según la agencia France Press. “Eso es sumamente grave, sumamente preocupante”.
Mi opinión: Brasil está de buenas, y más cerca que nunca de alcanzar su meta de convertirse en superpotencia regional.
La semana pasada obtuvo una banca temporal por dos años en el Consejo de Seguridad de la ONU, poco después de haber conseguido ser sede de la Copa Mundial de Fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos de verano del 2016. Brasil está proyectando un saludable crecimiento económico y acaba de descubrir grandes reservas de petróleo, lo que llevó al presidente Lula a pronosticar que su país será la quinta economía del mundo en 10 años.
Lo más probable es que Brasil desarrolle un programa nuclear con fines pacíficos, como lo afirma la postura oficial, porque quiere seguir siendo un buen ciudadano global. Pero si eso se mantiene en el futuro dependerá de lo que haga Venezuela: si la colaboración nuclear entre Venezuela e Irán no es transparente, Brasil cambiará de idea, y Latinoamérica podría dejar de ser la única región del mundo libre de armas nucleares.
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