lunes, 7 de diciembre de 2009

Ciencias Sociales, Comunicación

El Comercio 7 de diciembre del 2009

UNA LIMA QUE SOBREVIVE EN LA LITERATURA
Lo que se fue con Zavalita
Por: Germán Núñez Palomino Abogado
Este 2009 que culmina marcó el aniversario cuarenta del lanzamiento de la obra que —a nuestro juicio— constituye la obra capital de nuestro escritor arequipeño más universal. “Conversación en La Catedral”, cuatro décadas después, ha dejado en el recuerdo una Lima que no existe más.
“La Crónica” de la avenida Tacna, que sirve de marco de inicio a la novela, era un matutino que también tenía una edición de la tarde: “La Tercera de La Crónica”, nombre asociado al inolvidable Pocho Rospigliosi y su columna de fútbol. Hoy no circulan más. Como tampoco los diarios de Pedro Beltrán, “Última Hora” y “La Prensa”, cuyas redacciones quedaban ubicadas en el Jirón de la Unión, frente al sobreviviente cine Excélsior.
En la avenida La Colmena, el hotel Crillón fue más famoso por su “sky room” que por el número de sus habitaciones. Hoy luce triste y cerrado como mudo testigo de aquellos años idos.
A unas cuadras de la plaza Dos de Mayo estaba el Luna Park, un coliseo donde se desarrollaban luchas de catchascán. Hoy ha sido remozado y cada cierto tiempo cambia de dueño y de uso. Fue escenario de las peleas de personajes inolvidables: Blue Demon, Huracán Sánchez, El Vikingo y, por supuesto, el inefable Max Aguirre. Cerca del antiguo Coliseo Cerrado del Puente del Ejército, a la salida de la plaza Unión, estaba el Depósito Municipal de Perros, reemplazado hoy por el Centro Antirrábico de Lima y, claro, La Catedral, el bar donde se desarrolla la conversación entre Zavalita y Ambrosio.
En Miraflores se fueron también los inolvidables cines Colina y Montecarlo. El primero hasta hace algunos años fue una discoteca. El segundo sobrevivía como teatro. También en Miraflores estaban el Cream Rica —en Larco—, el reloj del Banco de Crédito y la Casa Nelson. Y los viejos y queridos expresos y colectivos que nos llevaban al centro.
La bebida Pasteurina, los cigarrillos Inca y Chesterfield ,las antiguas libras (que no eran otra cosa que los billetes de diez soles antiguos), son referentes de los años 60. También lo son el Haití del centro, el bar Zela, el antiguo hotel Maury, el tranvía que más de una vez “gorreamos”, los milkshakes y hotdogs, así como el Bransa de la plaza San Martín, donde terminábamos con el viejo después de una tarde de domingo de fútbol en el Nacional. Referentes son igualmente el “Flaco” Suárez, legendario arquero del Municipal, al que Valeriano tenía de hijo; Marlon Brando y las vermut del cine Miraflores; los viejos tocadiscos y las radiolas, donde se escuchaba “Siboney”.
La penitenciaría, la prefectura (hoy Seguridad del Estado) y el célebre (por sus famosos reclusos) Frontón forman parte de estos recuerdos; de las crónicas policiales de “La Crónica”, “Última Hora” y “La Prensa”.
Zavalita y La Catedral se fueron y con ellos una Lima que ya no existe.

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