El Comercio 17 de diciembre del 2009
PUNTO DE VISTA
Lapsus económicos comunes
Por: Jurgen Schuldt Economista*
En años recientes el periodismo económico ha adquirido una importancia creciente y viene cumpliendo un rol pedagógico esencial. Desafortunadamente, no siempre se utilizan adecuadamente algunos conceptos básicos. Veamos algunos resbalones que se repiten muy a menudo.
Decir que las exportaciones no tradicionales han crecido espectacularmente porque su volumen (¡medido en toneladas!) ha aumentado a tasas muy elevadas es un primer error garrafal. Es como decir que una economía que exporta solo chips de computadoras o tangas, que son joyitas peso pluma, prácticamente no contribuyen a las exportaciones totales, lo que es absurdo. O se toma su valor en dólares, lo que permite calibrar su contribución a la balanza comercial, o se convierten sus valores a precios constantes del 2002, de modo que no se considera la inflación. De aquel cálculo chiflado con base en pesos se concluye que nuestra economía marcha firme hacia la secundario-exportación.
Para comprender un segundo error es necesario distinguir entre un modelo primario-exportador y uno secundario-exportador. El primero tipifica aquellas economías que exportan “commodities”, mercancías estandarizadas que cuentan con mercados mundiales organizados. En el segundo, se exportan productos manufacturados, diferenciados, complejos y para los cuales no existen mercados centralizados. De ahí que el segundo “foul” que se comete consiste en confundir la primario-exportación con las exportaciones tradicionales y la secundario-exportación con las no tradicionales, cuando bien sabemos que estas últimas son como los bikinis: muestran poco, sugieren mucho y guardan lo más importante, en este caso son —frescos o congelados— pescados y mariscos, frutas y verduras, que son típicamente “commodities”.
Un tercer desliz común es afirmar que las exportaciones no tradicionales generan más “valor agregado”. Sabemos que este es la diferencia entre el valor bruto de producción menos el de los insumos. Así, es la sumatoria de remuneraciones, rentas y ganancias. En términos puntuales, los sectores agropecuario y minero —que son primarios— generan una proporción mayor de valor agregado: de cada S/.100 de producción bruta, la agricultura gastaba S/.28,8 en insumos y el resto era valor agregado, es decir, un apreciable 71,2%; en la minería esta proporción también era muy alta (69,1%). En cambio, en la industria manufacturera el porcentaje era mucho menor: materiales textiles, 30,6%; prendas de vestir, 39,7%; calzado, 37,4%; químicos básicos, 44,1%; etc. Pero de ahí tampoco debe concluirse que debamos seguir por la actual ruta tercamente primario-exportadora, sino que debemos darle más espacio a la expansión del más estable mercado interno, lo que podría lograrse estimulando los encadenamientos entre los sectores de la economía, lo que sería sencillo si se diera mayor importancia a los centros de innovación tecnológica, entre otras medidas.
CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD DEL PACÍFICO
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