LAS BARRERAS QUE INTENTAN SEPARAR A LOS HOMBRES
Cayó un muro, aparecieron otros
Por: Francisco Miró Quesada Director
A lo largo y ancho del mundo se festejaron los 20 años del derrumbe de un muro oprobioso más conocido como Muro de Berlín. El festejo es merecidísimo porque simbolizó la caída del Estado totalitario, el triunfo de la libertad y la democracia. Ahora Alemania es la Alemania integrada, una sola nación organizada como Estado federal.
En 1990 me alojé en el Hotel Unterdenlinden, y para pasar a lo que fue el “otro lado” tomaba el metro en la estación Friedrich Strasse, el espacio estaba libre, y además podía pasearme de un lado para otro en la avenida que tiene el mismo nombre del hotel y significa bajo los tilos.
El politólogo francés Maurice Duverger dice que “el Estado totalitario es un fenómeno típico del siglo XX”, a lo que podemos agregar que el siglo pasado marcó la caída de ese Estado, al menos en Europa.
Pero de los escombros del mal afamado muro han surgido en este siglo otros muros. Por eso el diario inglés “The Guardian” informa que “nunca, desde la Edad Media, ha habido tanta demanda de muros”. Un censo trabajado por el geógrafo Michel Foucher precisa que hay 17 muros y barreras infranqueables entre diversos países que suman una extensión de 7.500 kilómetros y podrían llegar a 18.000 km cuando sean concluidos. Foucher también explica que en la actualidad se “han endurecido las prácticas fronterizas” por diversas razones. Su construcción intenta ser justificada por sus defensores alegando problemas de migración, terrorismo o narcotráfico, entre otros temas.
De todos estos muros los más conocidos son el de la frontera entre Estados Unidos y México y el que se construye en Cisjordania, una muralla de hormigón para dividir a israelitas y palestinos, una secuela de esa guerra interminable. En 1994, se levantó el muro de las Tres Cruces en Estados Unidos, que fue ampliado por órdenes de Bush a partir del 2006, tapiándose una tercera parte de los 3.000 km que separan al gigante americano de México. Con este muro se pretende frenar la migración ilegal, pero no lo han logrado, ni lo podrán lograr. A la fecha se sabe que aproximadamente 300.000 mexicanos siguen atravesando hacia Estados Unidos cada año.
Los otros muros de la discordia que todavía no han caído, como señalan el periodista César González Calero, en un reciente artículo en “La Nación” de Buenos Aires, así como la periodista y pintora Nicole Muchnik en su extenso artículo en “El País”, español, son el de Melilla en Marruecos, construido en el 2005 para impedir la migración de africanos a Europa; la Gran Muralla de Marruecos, construida en el desierto en 1980, para frenar las incursiones del Frente Polisario Saharaui. Arabia Saudí edifica a partir del 2007 una moderna barrera en la frontera con Iraq. También se han construido en diversas ciudades que dividen a sus habitantes. En Bagdad, Padua, Belfast, Río de Janeiro. En África, Botsuana pretende construir una barrera electrizada para impedir las migraciones provenientes de Zimbabue. Hay muros en Cachemira, Corea, Chipre y Kuwait.
Muchnik precisa que “esos muros son el perfecto paradigma de lo que la humanidad no quiere ni oír ni mencionar, la igualdad. Con la excepción del frío terrorismo fundamentalista, siempre se trata de proteger esos continentes, países, comunidades, barrios o familias que “poseen más” contra los que “poseen menos”.
Sin embargo a pesar de esos muros, la migración a lo largo del mundo continúa y se produce por múltiples razones además de las económicas. La desigualdad se expresa en términos culturales, atenta contra la libertad individual y de los grupos, es profundamente antidemocrática. Existen otras formas de vida que deben ser reconocidas y asumidas, pero desafortunadamente hay gente que no tiene ni idea de esas otras manifestaciones ajenas a sus costumbres, tradiciones y concepción del mundo.
Estos muros son parte de uno de los fenómenos más negativos que se han agudizado en la sociedad global, el de la desigualdad, cuando precisamente desde otra vertiente, la de los derechos humanos, lo que se pretende es construir un universo sin exclusión, marginación y sin el oprobioso racismo. Habrá que combatirlos, para que esos muros también caigan, tal como fue derrumbado el Muro de Berlín.
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