
A PROPÓSITO DE LA RENEGOCIACIÓN DE LAS REGALÍAS
La exportación del gas de Camisea
Por: Juan Incháustegui Vargas Ingeniero
Jueves 12 de Agosto del 2010
Con el título de “Prácticas y modales democráticos”, El Comercio publicó el 20 de enero del 2003 nuestro artículo, en el que respondemos a los defensores a ultranza de los contratos ley en los términos siguientes: “Finalmente y sin más pretensión que usar el sentido común, cabe decir también que no es tampoco expresión de cultura pretender que los contratos, y en especial los que celebra el Estado, tengan carácter sacrosanto o sean verdaderas bulas pontificias. No es así pues. Y para probarlo mencionemos que cuando en cualquier contrato se produce una lesión del derecho de una de las partes, por motivo probado, de incumplimiento, de demora, o incluso de innovación no prevista de naturaleza tecnológica, por causas de fuerza mayor o por devenir en onerosidad para una de las partes por razón de dichas innovaciones, cualquier contrato es modificable. Desde luego mediante negociación de las partes”.
Refiriéndonos después al gas de Camisea, el 14 de enero del 2004, escribimos en un artículo publicado igualmente en El Comercio bajo el título: “La ruta del gas integra al país”. Allí señalamos: “Finalmente debemos recordar que para concretar el proyecto de exportación, faltan definir algunas cuestiones básicas entre las que destaca la regalía que se debe pagar por el gas a exportar. Hemos pedido en el pasado que este tema sea analizado y resuelto, con la mayor transparencia y con la debida oportunidad, pues nada sería más perjudicial para su realización que acordar y sancionar una regalía apresuradamente y afrontar después críticas o cuestionamientos que podrían resultar no solo un escollo para hacerlo realidad, sino una verdadera bomba política de imprevisibles consecuencias”.
No podemos, por tanto, más que coincidir expresamente con el anuncio del presidente Alan García de renegociar la regalía del gas por exportar, de modo que no resulte lesiva a los intereses del Perú.
Naturalmente, esa renegociación debía ser tomada por el contratista Perú LNG con la mayor buena voluntad y con verdadera diligencia, con miras a alcanzar prontamente un acuerdo satisfactorio que precisamente desactive esa “bomba política”. También para que permita continuar las operaciones de manera absolutamente normal y contribuya a consolidar la imagen de las partes, como entidades responsables y conscientes de las implicancias sociales y políticas de la explotación de recursos naturales en general y del gas en particular, que inexorablemente deben considerar el bienestar del soberano —es decir, de la nación peruana — como objetivo fundamental de su aprovechamiento.
No por lo dicho hasta aquí el reclamo surgido en la provincia de La Convención en el Cusco podría ser avalado como un procedimiento aceptable.
Pero sí resulta infortunadamente explicable frente a las vacilaciones y la demora en enfrentar políticamente el tema y anticiparse a su manipulación por quienes buscan banderas políticas y siembran el descontento, y se basan en la desinformación.
Esta última ha sido, sin duda, el caldo de cultivo ideal para la generación del conflicto y es, por ende, otra obligación descuidada por el Gobierno, que es imprescindible atender.
Asimismo, la construcción del gasoducto del sur está indirectamente vinculada a la solución del tema de la regalía, que es parte de la renta que obtiene el país de la explotación del gas y que, por tanto, tiene relación con los beneficios que genera para las comunidades de la provincia de La Convención y del departamento del Cusco.
Estas, precisamente, están ya siendo beneficiadas con el canon gasífero y que deben por ello ser informadas con absoluta plenitud y transparencia, para alcanzar el consenso social que es indispensable para dicho trascendental proyecto.
Finalmente, en la búsqueda y el logro de dicho consenso, le corresponde un papel protagónico al Gobierno Regional del Cusco, no como demandante, sino como responsable del buen uso del gas.
El gobierno regional, tomando clara conciencia de su responsabilidad y de los múltiples y grandes beneficios que Camisea ha representado para el Cusco y habrá de representar en el futuro, debe asumir ese papel con decisión y transparencia.
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