lunes, 23 de agosto de 2010

Comunicación, General



Autor: Juan Carlos Monedero Fuente: Catholic.net
El lenguaje es discriminatorio: ¿y qué?
La cruz permanece mientras el mundo cambia

El lenguaje es discriminatorio: ¿y qué?Discriminar es distinguir. Y confundir es lo contrario de distinguir.
Por ende, no discriminar –como machaconamente se nos insiste– equivale a confundir. La bandera de la no discriminación es la bandera de la confusión.
Guste o no, es así. Sólo en una segunda acepción –tal como registra la Real Academia Española– discriminar significa “Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”. Y esto sería discriminar injustamente; lo que especifica a la discriminación como reprobable es su injusticia. Hoy padecemos la deliberada hipertrofia de la segunda acepción de esta palabra, que ha desplazado su sentido propio y exacto.
El lenguaje es discriminatorio. Veamos por qué.
En su formidable libro La rebelión de la Nada, Enrique Díaz Araujo desenmascara entre otros a Paulo Freire. Este ideólogo de la educación y agitador social proponía entre otras maravillas disminuir la cantidad de palabras generadoras: 15 en lugar de 80.
“¿Se dan cuenta? Siempre se había pensado que la cultura consistía en aprender más cosas. Freire ha descubierto que su esencia está en aprender menos cosas. Ha invertido el signo de todas las civilizaciones que el mundo ha conocido. Leer más

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