UN BALANCE DE LA INCURSIÓN ESTADOUNIDENSE
El legado de Iraq
Por: Oswaldo De Rivero Embajador
Martes 7 de Setiembre del 2010
Luego de más de 100 mil iraquíes muertos, de 4.417 bajas estadounidenses, a los cuales hay que añadir más de 30.000 heridos y un costo de 745 mil millones de dólares en la guerra y otro de 53 mil millones en la reconstrucción, el presidente Barack Obama, hace unos días, le dijo al pueblo estadounidense: “Hay que pasar la página”, y anunció oficialmente la desocupación de Iraq.
Pocos días antes de este anuncio hubo entre 300 muertos y heridos debido a una serie de ataques terroristas simultáneos en siete ciudades de Iraq. Así, a pesar de las grandes pérdidas en vidas y del gran costo económico de siete años de ocupación, Iraq sigue siendo una entidad ingobernable, dividida en bandos religiosos y étnicos hostiles, donde cada semana hay tantos ataques terroristas como en Afganistán.
En Iraq las relaciones entre chiitas, sunitas y kurdos son de permanente sospecha y violencia. Los chiitas consideran a los sunitas simpatizantes del partido Baaz de Saddam Hussein y los sunitas consideran a los chiitas semiextranjeros fieles al gobierno chiita de Irán. Por su parte, los kurdos lo único que quieren es la independencia. Y dentro de toda esta inestabilidad, lo estratégicamente paradójico de la ocupación estadounidense fue que, al promover la democracia promovió el poder de la mayoría chiita y también con ello, la influencia de su archienemigo Irán en Iraq, influencia que sin duda se fortalecerá ahora con la desocupación.
El gobierno chiita de Irán ha logrado lo que hace tiempo quería, poder ejercer su influencia sobre sus correligionarios de Iraq sin el obstáculo de la ocupación estadounidense. Así, el poder de Irán en el Medio Oriente se fortalecerá aun más frente a los gobiernos moderados de Arabia Saudí, Egipto y Jordania. La mayor presencia que tendrá Irán en Iraq se sumará a la que ya tiene en el Líbano, con el Hezbolá, en los territorios palestinos, con Hamas, y en Afganistán, con los señores de la guerra de la región de Herat. Todo esto aumentará su capacidad para desencadenar una guerra de desgaste por todo el Medio Oriente en el caso de un ataque a sus instalaciones de enriquecimiento de uranio.
Esto es el legado estratégico de una guerra inventada por los neoconservadores de la administración Bush, una guerra que no fue respaldada por el Consejo de Seguridad, ni por el Perú ni el Grupo de Río. Los neoconservadores en su irrealista “guerra contra el terrorismo” quisieron convertir a Iraq en un estado moderno petrolero que irradiara democracia por todo el Medio Oriente, pero lo único que lograron fue convertir a Iraq en la madre de todas las pesadillas estratégicas, y también en una seria advertencia sobre lo que puede pasar en Afganistán.
Otro legado estratégico que nos deja Iraq es que es muy fácil con armas de última generación invadir países pobres, militarmente inferiores, divididos por rivalidades religiosas y étnicas, pero muy difícil ocuparlos y volverlos estados democráticos viables.
El legado de Iraq
Por: Oswaldo De Rivero Embajador
Martes 7 de Setiembre del 2010
Luego de más de 100 mil iraquíes muertos, de 4.417 bajas estadounidenses, a los cuales hay que añadir más de 30.000 heridos y un costo de 745 mil millones de dólares en la guerra y otro de 53 mil millones en la reconstrucción, el presidente Barack Obama, hace unos días, le dijo al pueblo estadounidense: “Hay que pasar la página”, y anunció oficialmente la desocupación de Iraq.
Pocos días antes de este anuncio hubo entre 300 muertos y heridos debido a una serie de ataques terroristas simultáneos en siete ciudades de Iraq. Así, a pesar de las grandes pérdidas en vidas y del gran costo económico de siete años de ocupación, Iraq sigue siendo una entidad ingobernable, dividida en bandos religiosos y étnicos hostiles, donde cada semana hay tantos ataques terroristas como en Afganistán.
En Iraq las relaciones entre chiitas, sunitas y kurdos son de permanente sospecha y violencia. Los chiitas consideran a los sunitas simpatizantes del partido Baaz de Saddam Hussein y los sunitas consideran a los chiitas semiextranjeros fieles al gobierno chiita de Irán. Por su parte, los kurdos lo único que quieren es la independencia. Y dentro de toda esta inestabilidad, lo estratégicamente paradójico de la ocupación estadounidense fue que, al promover la democracia promovió el poder de la mayoría chiita y también con ello, la influencia de su archienemigo Irán en Iraq, influencia que sin duda se fortalecerá ahora con la desocupación.
El gobierno chiita de Irán ha logrado lo que hace tiempo quería, poder ejercer su influencia sobre sus correligionarios de Iraq sin el obstáculo de la ocupación estadounidense. Así, el poder de Irán en el Medio Oriente se fortalecerá aun más frente a los gobiernos moderados de Arabia Saudí, Egipto y Jordania. La mayor presencia que tendrá Irán en Iraq se sumará a la que ya tiene en el Líbano, con el Hezbolá, en los territorios palestinos, con Hamas, y en Afganistán, con los señores de la guerra de la región de Herat. Todo esto aumentará su capacidad para desencadenar una guerra de desgaste por todo el Medio Oriente en el caso de un ataque a sus instalaciones de enriquecimiento de uranio.
Esto es el legado estratégico de una guerra inventada por los neoconservadores de la administración Bush, una guerra que no fue respaldada por el Consejo de Seguridad, ni por el Perú ni el Grupo de Río. Los neoconservadores en su irrealista “guerra contra el terrorismo” quisieron convertir a Iraq en un estado moderno petrolero que irradiara democracia por todo el Medio Oriente, pero lo único que lograron fue convertir a Iraq en la madre de todas las pesadillas estratégicas, y también en una seria advertencia sobre lo que puede pasar en Afganistán.
Otro legado estratégico que nos deja Iraq es que es muy fácil con armas de última generación invadir países pobres, militarmente inferiores, divididos por rivalidades religiosas y étnicas, pero muy difícil ocuparlos y volverlos estados democráticos viables.
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