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miércoles, 17 de noviembre de 2010
Ciencias Sociales
COMENTARIO DEL EDITOR
¿De qué izquierdas hablamos?
Por: Juan Paredes Castro
Miércoles 17 de Noviembre del 2010
Lástima que las “confluencias de izquierda”, como las llama Susana Villarán, esperen tiempos electorales o tenaces reclamos de identidad para recién zanjar diferencias entre ellas.
Villarán metió dentro de Fuerza Social a Patria Roja probablemente sin pensar que avanzada la campaña y convertida ella en favorita de las elecciones municipales tendría casi que esconder a ese partido bajo la mesa y luego reconocer, en las negociaciones con Perú Posible, que ese factor radical se convertiría en la piedra en el zapato de una alianza con Toledo que finalmente no funcionó.
El problema de Villarán, como de otros líderes como Humala, Arana y Pizango, es que en el momento en que debieron hacerlo no pudieron huir del coqueteo político con las izquierdas radicales, ya sea porque buscaban sumar votos o porque también debían ceder a algún tipo de oferta logística en el complejo campo de las organizaciones populares.
Ahora las cosas se agravan cuando de entre estas izquierdas radicales salta una violentista como el MRTA a declarar que apoyará electoralmente las candidaturas de Humala, Arana y Pizango.
Aunque la postura moderada y equilibrada de Arana dista mucho de las autoritarias y antisistema de Humala y Pizango, todo termina finalmente en un mismo saco cuando las organizaciones violentistas del pasado, de las que no se excluye Sendero Luminoso, maniobran hábilmente para infiltrarse en partidos que formalmente se presentan como democráticos.
Hay izquierdas e izquierdas en el Perú. Hay una izquierda violentista con todas sus ramificaciones, incluidas las que dominan los sindicatos docentes y las que como el MRTA quieren llegar al sistema democrático no para integrarse en él, como ocurrió alguna vez con la subversión colombiana o la de El Salvador, sino para intentar destruirlo.
Hay una izquierda radical como la que representan Humala y Pizango, llamando a una refundación política, económica y social del país. Hay una izquierda que viene de los viejos experimentos fracasados de la otrora URSS y de Cuba, que ha hecho muy poco por reciclarse. Y una nueva izquierda con pretendidos aires liberales, en pleno brote, que pugna por tener una mano colgada de la chalina de Villarán y la otra de los exitosos modelos de Bachelet y Lula. ¿Qué más pelos y señales necesitamos?.
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