martes, 16 de agosto de 2011

Ciencias Sociales





PUNTO DE VISTA

La educación como rebeldía

Por: Juan Velit Granda Internacionalista
Martes 16 de Agosto del 2011
Cuando en 1973 el general Augusto Pinochet dio un golpe artero al gobierno democrático de Salvador Allende, muchos creíamos que este acontecimiento podía ser el inicio de una guerra civil en el vecino país sureño.
Los miles de asilados chilenos y los medios de información internacionales contaban al mundo los niveles de crueldad y barbarie de la represión que se había desatado en este país.
Los asesores de la junta militar, para tratar de cambiar la deteriorada imagen del Gobierno, vieron que existía una imperiosa necesidad de realizar reformas sociales y económicas que dieran a Chile un rostro de modernidad y desarrollo, que funcionó y que muchos consideran un ejemplo a seguir.
Pero recién a comienzos de 1996 una serie de estudios económicos y sociológicos empezaron a desmentir de manera categórica los logros de estas reformas. Una de las más importantes investigaciones sobre temas sociales de esta época es el libro de Tomás Moulian titulado, de manera premonitoria, “Chile actual. Anatomía de un mito”, en el que el destacado sociólogo chileno explica las falacias de las que las autoridades suelen enorgullecerse.
Pero los sucesivos gobiernos de la Concertación, conociendo los errores que se habían cometido, continuaron con la letanía de los éxitos obtenidos.
Se hablaba de triunfos en los niveles de exportación, de la disciplina fiscal en la que se desplazaban y de los altos índices de educación que exhibía el país y todo ello con el eco de los medios de comunicación chilenos y de la complicidad de los organismos internacionales.
Lo que no se decía es que las exportaciones están centradas en muy pocos productos, como el cobre, que representa más del 50% de las utilidades, cuyo precio está sujeto a los vaivenes de los compradores externos; luego están los productos frutícolas, los alimentos procesados y el salmón.
Se descorría un velo y se mostraba a Chile en su exacta dimensión. No era un país industrializado en vías de desarrollo y su distancia de las potencias emergentes todavía es muy grande.
Pero uno de los mitos que más se promocionó, y hasta hace poco se exhibía como un logro, era su ejemplar sistema educativo, el mismo que empezó a mostrar los agujeros por donde se metía la inconformidad. En la administración de la presidenta Michele Bachelet es cuando se evidenció que las escuelas y colegios eran cascarones que se caían a pedazos.
Ciertamente, son los hijos de la democracia los que nacieron cuando hacía muchos años que la dictadura había fenecido, y por lo tanto, ni la respetan ni le temen, sino que la aborrecen. Son los que desde hace algún tiempo han denunciado los desbalances que genera este sistema. A la rebeldía de los jóvenes se han sumado intelectuales y personas mayores de edad, que exigen una educación de mejor calidad, reformas democráticas y un cambio en el sistema económico. Se les considera los ‘indignados’ de América Latina.
El presidente Piñera ha manifestado que “todo en la vida cuesta”. Por cierto que cuesta , pero es una factura que el Estado tiene la obligación de pagarla. No olvidemos que es la rebeldía la virtud original del hombre.

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