miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ciencias Sociales






NO MÁS ENFRENTAMIENTOS

Universidad Católica: sabiduría y tolerancia

Por: Ignacio Basombrío Abogado
Miércoles 21 de Setiembre del 2011
La sociedad peruana asiste, con sentimientos encontrados de preocupación y desconcierto, a la crisis de la Pontificia Universidad Católica del Perú. No comprende cómo, con despliegues mediáticos y desborde de pasiones, confrontan dos instituciones importantes en la vida nacional: la Universidad Católica y la Iglesia Católica.
No me refiero en esta breve reflexión a los aspectos jurídicos de la controversia, porque no es el tema de fondo. Menos aun a las dimensiones económicas. Quiero, más bien, mencionar otro aspecto, que considero superior y trascendente para la sociedad peruana, que requiere de sólidos referentes intelectuales y morales. Se trata de la responsabilidad compartida para afirmar la fortaleza de la universidad sobre los sólidos cimientos iniciados en 1917.
En ese año, bajo la inspiración, el comando y el vigor del padre Jorge Dintilhac, un grupo de jóvenes dirigentes de la Acción Católica iniciaron, en medio de la escasez de recursos y de la incomprensión de muchos, la tarea de edificar una institución universitaria destinada a perdurar y llegar a la conciencia del Perú. Uno de esos jóvenes fue mi abuelo, Guillermo Basombrío. Integraba una generación de católicos militantes, junto con Raymundo Morales, Carlos Zavala y Loaiza, y Guillermo Velaochaga.
Cuando ingresé a la Católica el año 1961, la figura del padre Dintilhac, fallecido años antes, en 1947, se encontraba presente en el ánimo y lecciones de los profesores, en los austeros patios y aulas. Su impronta había impartido carácter.
Me formé en la universidad teniendo presente cotidianamente a José de la Riva Agüero, en cuya casa estudié mi carrera de derecho y cuya prosa no he dejado de disfrutar.
Salomón Lerner Febres, filósofo que ha dedicado su vida a la reflexión y a la universidad, sostuvo, en 1995, como rector de la Universidad Católica, que desde la perspectiva cristiana la comprensión de los límites últimos de la ciencia es el momento más claro de la apertura a la trascendencia. Lerner subrayó, en esa ocasión, que “conciliar armónicamente la trascendencia de la fe y la autonomía de la ciencia es, en verdad, un reto grande y decisivo que nos compete muy de cerca a todos nosotros”. Tal es el espíritu de la casa. No el de un centro de estudios confesional.
La Universidad Católica fue, para la mayoría de mi generación, un espacio privilegiado para cultivar las conciencias y las inteligencias. Maestros inolvidables, como Luis Jaime Cisneros, Raúl Ferrero Rebagliati, José Antonio del Busto, Héctor Cornejo Chávez, Mario Alzamora Valdez, Gustavo Gutiérrez, y José Agustín de la Puente y Candamo, por solo citar algunos nombres que atropelladamente vienen a mi memoria, formaron a mi generación en el espíritu de los valores cristianos, respetando la libertad de creencias o el agnosticismo, en la tolerancia y en el respeto al otro.
En este momento de crisis, se esperan gestos de grandeza de ambos lados. De la Iglesia Católica y de la universidad. Sin otros títulos que ser nieto de uno de quienes siguieron al padre Jorge Dintilhac en el inicio de la bella aventura de crear la universidad y de graduado, invoco a la plena reconciliación.

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