lunes, 28 de noviembre de 2011

Ciencias Sociales





PANORAMA INTERNACIONAL
Entre la primavera árabe y el otoño europeo
Por: José A García Belaunde Ex canciller
Lunes 28 de Noviembre del 2011

Por segundo año consecutivo el ministro de Relaciones Exteriores de los Emiratos Árabes, Abdullah bin Zayed, y Chatham House de Londres invitaron a un retiro –el foro Sir Bani Yas–, a un grupo de personalidades mundiales para discutir desde las revoluciones en los países árabes hasta Europa y su crisis. El tema del foro estuvo centrado en la agenda regional y solo exigía a los participantes cumplir con una regla: se puede comentar lo discutido pero no se puede identificar al autor de alguna idea o propuesta.

Único latinoamericano presente, me sorprendí escuchar perspectivas que no había visto reflejadas en voz alguna en la región. Como que la revolución en los países árabes no está motivada por un afán democratizador sino por las necesidades persistentes a través de los años y siempre insatisfechas. De ahí también el papel secundario, en este proceso, de la agitación religiosa.

En cuanto a las necesidades insatisfechas, resulta obvio que gobiernos corruptos y de ineficacia absoluta han terminado por lanzar a las calles a gente que reclama educación, salud e incluso alimentación básica. No es la búsqueda de nuevas dictaduras, esta vez de carácter religioso, las que motivan a la mayoría que protesta; ella quiere mejor calidad.

Lo anterior, qué duda cabe, representa una pérdida de legitimidad de los gobiernos. Una vieja legitimidad, radicada en triunfos de hace 50 o 60 años, como la lucha por la independencia, en alguna victoria antiimperialista o revolución posterior. Nada de ello es aceptable a las nuevas generaciones que consideran la continuidad contraria a la estabilidad que buscan para su región. Nos quedó claro que esta es una revolución y que un ciclo largo se ha abierto. Como toda revolución no sabemos en qué puede terminar. A diferencia de los golpes de Estado, cuyos autores asumen el control de la situación que han creado, en una revolución los que la hacen pueden ser fácilmente puestos de lado y sus propósitos cambiados (algo así ha pasado en Egipto). Pero los temas más críticos y que movilizan a la gente no desaparecen. Quizá por ello es que en el foro se consideró que este proceso no avanza hacia la islamización de la vida política de los países. La juventud que salió a la calle y la gente que la siguió tenían el discurso de la dignidad por recuperar.

Y cuál es el rol de Irán. La hegemonía que busca tener sobre los islámicos empieza a decaer. Información confiable muestra que la influencia iraní ha descendido notablemente en los últimos 5 años. Sigue siendo una amenaza, pero está claro que también que se ve amenazada, sea porque la primavera árabe puede llegar a su territorio o porque está a punto de perder a su más estrecho y eficaz colaborador en la región, Siria. Y si bien una intervención militar para prevenir la construcción de armas nucleares parecería descartada, pues tendría graves consecuencias, a los iraníes debe preocuparles que se decida la aplicación sanciones, considerada la opción más eficaz.

Pasando revista a estos temas se queda uno con la impresión de que la posglobalización es sentida por el mundo árabe como una integración a la economía global que solo beneficia a pocos y como una no integración a la política en materia de libertades y derechos ciudadanos. La pregunta que deben hacerse sería: por qué no se puede tener acceso a aquello a lo que acceden los ciudadanos de Asia o de América Latina.

Y en la otra orilla del Mediterráneo, como espejo distorsionado, se encuentra Europa. También en un ciclo largo de cambio, también con un problema de bienestar, no de como obtenerlo, sino para no perderlo; muestra los errores de un exceso de voluntarismo en la construcción de su integración. No quiero presentar las reflexiones económicas que se hicieron. Me interesa pensar en las posibles consecuencias políticas. Por lo pronto, el inmenso debilitamiento de la cohesión de la UE. Así cada vez suena más una sola voz y no es la voz comunitaria de antes, sino de uno socio. Cada vez más son países y no las instituciones comunitarias las que toman decisiones que conciernen a todos. Pero, además, sorprende que hasta dos jefes de Gobierno (Grecia e Italia) no hayan sido elegidos por votación popular y que ya empiecen a darse casos de desobediencia civil.

Sabemos que el proceso recién se inicia en Europa y que las medidas pueden terminar afectando ese estado de bienestar. Es de temer que en el futuro aparezcan síntomas de retroceso en las democracias europeas. Sería extraño, acaso, ver a Berlusconi tratando de retomar el poder con un discurso antieuropeo, xenófobo y proteccionista. Preocupa que se hable mucho de economía y tan poco de la política; ella pagará la factura.

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