lunes, 12 de marzo de 2012

Ciencia, tecnología y ambiente






MÁS ALLÁ DE LOS ESTUDIOS DE IMPACTO AMBIENTAL

Sacando clavos con los dientes

Por: Erick Soriano Bernardini (*)
Sábado 10 de Marzo del 2012
Tratar de que el estudio de impacto ambiental (EIA) de un proyecto cuya área de influencia abarca toda una cuenca o varios distritos, provincias o regiones, cumpla con su rol de prevención de los conflictos sociales que se presentan en su entorno es pedir demasiado, por decir lo menos. Ni en el mejor de los casos, la suma de EIA de proyectos grandes o chicos sirve para prevenir la conflictividad social de origen ambiental. Se necesita otro tipo de herramienta, que existe y no se usa: el estudio ambiental estratégico (EAE).
El EAE es un instrumento de prevención de conflictos dado que está concebido como una herramienta de planificación que comprende las políticas, planes y programas de desarrollo sostenible, de carácter multisectorial y sistémico, transversal a los tres niveles de gobierno. La expansión económica y sus efectos en la dinámica ambiental no se dan con carácter sectorial, ni comienza y termina en los límites políticos de un distrito, de una provincia o de una región en particular. En los conflictos, más que en ninguna expresión social, cada sector interactúa con los otros, se superponen entre ellos, se duplican o se excluyen. Minería tiene que ver con Ambiente, Trabajo con Economía, Salud con Vivienda, Interior con Defensa, y las múltiples combinaciones podrían llegar hasta el infinito.
Visto así, el EAE es parte importante del proceso de planificación en tanto comprende políticas, planes y programas cuyas dimensiones y jerarquías espaciales y temporales hacen que su desarrollo exitoso sea parte de una estrategia social que comprometa la participación y el consenso de una multiplicidad de actores con intereses diversos y en muchos casos contrapuestos. El EAE es el frente de defensa del desarrollo sostenible y de la inclusión.
El EAE más que un método técnico es un instrumento de política cuya aplicación es una responsabilidad del gobernante, todo lo contrario a los EIA cuya elaboración corre a cargo de los organismos impulsores del proyecto específico a llevar a cabo en el marco de un área de influencia, públicos o privados, cuya definición, ya de por sí, es parte u origen del conflicto social. Mientras que la empresa dice que su área de influencia coincide con los linderos de la concesión, las poblaciones y las comunidades luchan por que esta se amplíe a toda la cuenca, a los distritos aledaños y toda la provincia o la región, si es posible.
Claro está que el EAE es un reto para la gestión del Ejecutivo. No es un lecho de rosas perfumadas. Requiere de una ágil gestión no sectorizada, una institucionalidad que sea capaz de combinar muy bien los objetivos con los recursos disponibles, administrar procesos participativos que privilegie la comunicación y la transparencia para alcanzar el apoyo popular, formas de acción pública que involucre a los niveles de gobierno subnacionales y al sector privado. Nada más, nada menos.
Mientras, tratar de prevenir los conflictos sociales de origen ambiental de grandes inversiones en vastas áreas de influencia mediante los EIA es tratar de sacar clavos con los dientes. Pueda que sea posible, pero daña.
(*) Consultor de Gestora Amazon Consulting

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