(Editorial) Banmat (1980-2011 Q.E.P.D.)
El Banco de Materiales murió por la ineficiencia estatal y no hay por qué revivirlo
No han sido pocas las voces que han pedido la liquidación del Banco de Materiales (Banmat) luego de que la Comisión de Fiscalización del Congreso encontrara evidencia de múltiples casos de corrupción e insalvables problemas financieros. Hace unos días, no obstante, el congresista Yohnny Lescano denunció que detrás de estos pedidos se ocultan los intereses de la banca comercial. Sus declaraciones parecen sugerir que el presidente de la Comisión de Fiscalización y el ministro de Vivienda serían una suerte de sicarios de la banca privada, que buscaría terminar con el banco estatal para quedarse con sus clientes. Estaríamos, de ser esto cierto, frente a una conspiración gubernamental que podría convertirse en el guion de una película de espías.Esta elaborada teoría conspirativa, sin embargo, más que inspirada en una película de James Bond, parece tomada de un capítulo del “Súper Agente 86”. Y es que basta revisar la triste historia del Banmat para darse cuenta de que sería ridículo que la banca privada esté tramando asesinar a esta institución. La sencilla razón es que del Banmat hoy ya solo queda el cadáver, pues el mismo Estado se encargó de ultimarlo hace tiempo.
El Banmat es una empresa estatal que nació con la finalidad de dar préstamos para construir viviendas a sectores de pocos recursos. Se pretendía que obtuviese utilidades, hiciera crecer su patrimonio y, con ello, pudiera entregar más créditos y beneficiar a más personas.
Varios gobiernos muy progresistas, sin embargo, intentaron revolucionar la banca haciendo que el Banmat no se dedicase a cobrar el dinero que prestaba, sino que se contentase con regalarlo. Fujimori, según el dirigente de los trabajadores del banco, condonó el 90% de los créditos de su época. Los gobiernos de Toledo y García, a su vez, dieron leyes para condonar deudas (en el último caso por aproximadamente S/.784 millones). Así, entre el 2006 y el 2011, el Banmat perdió el 80% de su patrimonio, el cual se redujo de 145 a 18 millones de soles. Como no prosperó esta ingeniosa e innovadora manera de hacer negocios, la institución murió en los hechos, pues se estima que se necesitaría inyectarle alrededor de S/.700 millones para reflotarla.
La muerte del Banmat, empero, no solo se explica porque ciertos cándidos funcionarios creyeron que entre un banco y una beneficencia no hay mayor diferencia, sino también por varios manejos irregulares. Algunos de sus empleados, por ejemplo, “confundieron” documentación de más de 5.000 créditos con basura y la lanzaron a un relleno sanitario. Parece, asimismo, que fue usual “confundir” a solventes individuos (entre ellos un vicepresidente regional y un congresista) con personas en situación de extrema pobreza, lo que permitió liberarlas legalmente del pago de sus préstamos. Estas y otras “confusiones” llevaron a que el ex jefe del banco fuera acusado penalmente, a que se iniciaran investigaciones contra otros funcionarios y a que la Comisión de Fiscalización del Congreso considere que cerca de 30 de sus directores y gerentes incurrieron en negligencia funcional.
La seguidilla de actuaciones irresponsables e irregulares tiene una explicación: quienes deciden sobre el banco hacen negocios con el dinero de los contribuyentes. Por eso no tienen el empuje de los que ponen en juego dinero propio y no se hacen problemas para condonar créditos cuando se quiere ganar votos o “ayudar” a algún amigo.
A pesar de todo esto, algunas personas como el congresista Jaime Delgado sostienen que hay que resucitar al Banmat porque es un instrumento de financiamiento de la vivienda de personas de pocos recursos. Pero, si de eso se trata, sincerémonos: creemos un fondo de subsidios razonable y no nos engañemos creyendo que tendremos una empresa que producirá ganancias y hará crecer su capital para ayudar a cada vez más personas.
Detrás de los pedidos de darle sepultura al Banmat solo hay sentido común. Y, por eso, a los congresistas dispuestos a apostar dinero (ajeno) para intentar revivirlo hay que hacerles notar que lo único sensato que podemos desear es que descanse en paz. Así, por el bien de todos, en este Diario guardamos el más profundo deseo de que la próxima vez que publiquemos algo sobre el Banmat sea en nuestra sección de obituarios.
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