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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Religión, Pastoral

Autor: P. Fernando Pascual L.C. | Fuente: Catholic net
Dogmas de la modernidad
La modernidad necesita ser sanada y superar falsos dogmas que la debilitan.
 
Dogmas de la modernidad
Dogmas de la modernidad
Una lectura, bastante parcial, de la historia de las ideas quiere hacernos creer que el mundo del pasado era incapaz de pensar por sí mismo. Sólo el hombre “moderno”, nos dicen, habría llegado a la madurez intelectual. Especialmente por haber superado cualquier “dogmatismo”, cualquier adhesión a creencias casi siempre “indefendibles” desde el punto de vista racional; es decir, desde la perspectiva del hombre “adulto”.

En realidad, el mundo moderno está muy lejos de vivir sin dogmas. O, mejor, ha suplantado los dogmas del pasado por nuevos dogmas, muchos de los cuales totalmente indefendibles.

En el siglo XIX, por ejemplo, estaba muy difundido el dogma del progreso: la técnica y las ciencias eran capaces, por sí solas, de mejorar el mundo, de llevar al hombre a su plenitud. Tal dogma entró en crisis después de dos guerras mundiales y de millones de muertes, pero sigue en pie entre no pocos intelectuales y entre algunos científicos que piden una y otra vez total libertad en sus investigaciones. Como si la ciencia no tuviera que rendir cuentas a la ética, como si la sociedad no pudiese controlar lo que se hace en los laboratorios.

Otro dogma de la modernidad consiste en aceptar el “evolucionismo” como verdad absoluta. Hay que distinguir, es cierto, entre las teorías (en plural) de la evolución y el evolucionismo. Las primeras investigan cómo y en qué sentido ha cambiado la vida en el planeta tierra. El segundo, en cambio, da por cierto que es posible pasar de la materia inerte a la existencia de seres vivos simplemente a través de mecanismos casuales, y que el ser humano no tiene alma espiritual, sino que debe ser valorado igual que los demás animales: fruto de la casualidad, carente de sentido.

Hemos de reconocer con satisfacción que no se han sacado todas las consecuencias nefastas de este dogma, aunque algunas ideologías racistas que nacieron del evolucionismo (como las de Herbert Spencer) sí lo hicieron. Hoy día no faltan pensadores evolucionistas, como Peter Singer, que están más preocupados por defender a los monos que a los enfermos incurables en la fase final de su existencia.

Un tercer dogma nos martillea con la idea de que los “creyentes” son enemigos de la razón y la convivencia humana, mientras que los hombres modernos y “desfanatizados” serían promotores de paz y de democracia. La experiencia de los sistemas totalitarios ateos, como el nazismo o el comunismo, debería haber desmontado este dogma, pero sabemos que es más difícil remover un prejuicio que traer agua del Tajo al Segura (modificando una frase atribuida a Einstein).

La modernidad necesita ser sanada y superar falsos dogmas que la debilitan. Como también necesita descubrir que hay dogmas “buenos”, que necesitan ser fundados con la ayuda de una metafísica y, por qué no, de ideas religiosas que no sólo no humillan la inteligencia humana, sino que la defienden y la elevan a horizontes universales de verdad y de justicia.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Religión, Pastoral

Fuente: Catholic.net
Autor: Por Martin Zavala M.P.D.

Fuente: Defiendetufe.org


Explicando la Inmaculada Concepción
La Virgen María fue concebida sin el pecado original. ¿Qué razones podemos dar para explicar esto a católicos y no católicos?

Pregunta un lector:
Hola, Hace unos meses atrás escuché al diácono diciendo que María fue concebida sin pecado original y luego dijo que ella nació sin pecado.


Yo siempre pensé que cuando se decía de la Virgen sin pecado concebida se refería a la Concepción de Jesús por medio del Espíritu Santo y por ende él era el nacido sin pecado.

¿Qué razones podemos dar para explicar esto a católicos y no católicos?

Respuesta

Es un hecho que Dios nos creó con diferentes maneras de ser a cada uno y también nos llama a un diferente ministerio o servicio a Él y a nuestro prójimo. En este caso La Santísima Virgen María fue creada ex profeso (y sólo ella) para ser la progenitora del Hijo de Dios, con todas las consecuencias que esto traería.

Una de las maravillosas y principales consecuencias es la que veremos en este tema y te ayudará a dar razones de lo que creemos.

La Inmaculada Concepción De María

Cuando usamos este título lo que queremos decir es que la Virgen María fue concebida sin el pecado original. Los motivos por los que estamos seguros de esta gran verdad son los siguientes:

1.- Razón principal.
Jesucristo, el Salvador prometido (Gen 2,15; Is 11,2), por necesidad tendría que venir a nosotros mediante un acto purísimo, libre de todo defecto o pecado (Fil 2,6-7), para que esto fuera así tendría que nacer en una mujer totalmente pura desde el punto de vista sobrenatural y moral.

Digamos entonces que Dios, como muestra de su honor y poder nos trajo a la Virgen María engendrada y nacida totalmente libre de defecto, que significa libre del menor vestigio del pecado original, que es lo único que podría mancharla. Esto fue posible por los Méritos de Jesucristo.

Pongamos un ejemplo para explicarlo más sencillamente: Cuando a una persona la llevan a la cárcel, puede ir después el abogado y pagando una fianza o cantidad de dinero lográ sacarlo de allí. La persona estuvo dentro y tal vez hizo algo malo para merecer eso, sin embargo, gracias a la fianza logró salir.

Pero también puede darse el caso de que otra persona vaya a ser llevada a la cárcel y el abogado ponga antes "un amparo" y logre que esta persona NO entre y no pise nunca la cárcel.


Algo similar a este segundo caso pasó con la Santísima Virgen María que normalmente, igual que todos los seres humanos, merecería nacer con el pecado original, pero por los méritos de Jesucristo al ser ella escogida para ser su madre y haberlo aceptado, gracias a los méritos de Jesús-como el amparo- ella fue liberada por Dios para que el Hijo de Dios que es perfecto y santo naciera de una mujer que hubiera sido concebida sin la mancha del Pecado Original.

2.- Razón bíblica.
Lo anterior nos sirve para profundizar el texto bíblico de Lc.1,28. La palabra griega empleada por el códice es Kejaritomene = Agraciadísima. A su vez esta palabra viene de una palabra hebrea como "Kedesh"= piadoso, o "santo" en alguno de sus superlativos ó grado máximo y "Gratia plena" (del texto latino).

Llegó el Ángel hasta ella y le dijo:


"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Lc 1,28

Traducido literalmente dice "Plenitud de gracia", o en el Ave María en español que dice: "Llena eres de gracia" (Perfección sobrenatural en grado tal que ningún ser humano puede tenerla excepto Jesucristo que es Hombre-Dios).

Lo que la Biblia y sus autores nos quisieron decir con esa palabra es algo tremendo. Ella es: "La Santísima Virgen María". Por lo tanto si ella era la "Santísima" tenía que haber nacido sin ninguna mancha de pecado.

Otro ejemplo está en Jueces 6,12 que dice: "Y el ángel de Yahvé se le apareció y le dijo: "Shalóm lac, gibor hehayil"


(Texto hebreo que significa: "Super-valientísimo". Y el personaje mencionado, llamándose Gedeón, el ángel (enviado por Dios [v.11] le llama "valiente en grado máximo".

Así, igual, en Lc,1,28 el ángel enviado por Dios le llamó a María así: "Poseedora de gracias en grado máximo", tanto en cantidad como en calidad; y una de ellas sería el nacer inmaculada.

Esto ilumina Gn 3,15 donde la enemistad entre la serpiente y la mujer significa una lucha, esto es: El Maligno que es "suma de maldad" luchando contra "suma de santidad" que es María, madre del Salvador.

Eso es lo que la Biblia nos quiso decir. Por eso María tendría que nacer sin la mancha del Pecado Original.

3.- Razón eclesial.
Nuestra fe no está basada solamente en lo que está escrito en la Biblia, sino también en la Iglesia que es el pilar y columna de la Verdad (1 Tim 3,15). Por eso Jesús no mandó escribir ni él escribió nada.

En el orden del tiempo la Iglesia es antes que la Biblia. Por este motivo veamos aquí la voz de la autoridad de la Iglesia Católica sobre este tema:


El 8 de Diciembre de 1854, el Papa Pío IX definió como dogma la " Inmaculada Concepción de María " en su Bula "Inefabilis Deus".

Agradezcamos a Dios el maravilloso regalo de enviarnos a su Hijo Jesucristo por medio de la Inmaculada concepción de María

viernes, 10 de septiembre de 2010

Relgión, Pastoral


Fuente: Catholic.net.

Autor: Mons. José Ignacio Munilla Fuente: www.enticonfio.org
Rescatar el concepto de «dogma»
Cuando se identifica la fe religiosa con la intolerancia, fácilmente se llega a confundir la tolerancia con el relativismo

Rescatar el concepto de «dogma»
El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha abogado por rescatar el concepto mismo de "dogma" que, a su juicio, "ha pasado a ser, para muchos, sinónimo de imposición o de coacción" y ha considerado "importante" realizar un "esfuerzo de sanación y comprensión" de los conceptos religiosos, para "no caer en caricaturas ni simplismos", ya que "de lo contrario, cuando se identifica la fe religiosa con la intolerancia, fácilmente se llega a confundir la tolerancia con el relativismo".

Presentamos la homilía completa de Mons. Munilla en la misa que presidió, con motivo de la Solemnidad de la Asunción, en la Basílica de Santa María del Koro de San Sebastián el pasado 15 de Agosto.

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Queridos sacerdotes concelebrantes y queridos fieles de San Sebastián que os habéis acercado a esta celebración con el deseo de honrar a nuestra Madre el Cielo; estimadas autoridades:

¡Que Dios os bendiga y ponga en mis labios las palabras oportunas!

Se cumplen sesenta años desde que el Papa Pío XII promulgase el dogma de la Asunción de la Virgen María al Cielo. Fue en 1950 cuando aquel insigne sucesor de San Pedro, Pío XII -cuya memoria ha quedado unida a esta ciudad de San Sebastián gracias a la plaza que lleva su nombre-, promulgó la Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”. Leer más

miércoles, 28 de abril de 2010

Religión, Ciencias Sociales


Catholic.net

Autor: Louis de Wohl Fuente: conoze.com
La horrible palabra dogma
Los cristianos, los judíos y los mahometanos creen en el dogma: «NO hay más que un solo Dios»


Es bastante típico de nuestra época confusa, llena de fuegos fatuos irreflexivos, el hecho de que la palabra dogma se haya convertido para muchos casi casi en un improperio. Se habla de postura dogmática y con ello se quiere decir postura ergotista. Se califica a una persona de dogmática y con ello se pretende expresar que es un testarudo obstinado. Se proclama con indignación que en la época actual no queda ya lugar para dogmas. Pero el mayor reproche va dirigido a las iglesias, acusándolas de dogmatismo extremado en sus doctrinas.

El maestro que nos enseña que dos por dos son cuatro nos está enseñando un dogma, un dogma aritmético. Naturalmente soy muy libre de desconfiar de él considerándole un testarudo obstinado y ergotista. Pero si quiero llegar a algún resultado en aritmética, no tendré más remedio que aceptar su dogma globalmente. Claro que en este caso resulta fácil de comprobar. En otros terrenos es a veces más difícil.

Pero el concepto de dogma no queda agotado con la traducción de la palabra griega. Un dogma es un artículo de fe o de doctrina, que es obligatorio aceptar si se desea pertenecer al credo o doctrina correspondiente, y la aceptación del dogma o de los dogmas es lo que constituye la calidad de socio. Y no existe ninguna doctrina -tanto si es religiosa como política o científica- que no tenga dogmas: No existe, ni puede tampoco existir, pues la falta de dogmas sería la libertad sin límites, y la libertad sin límites es la anarquía, es decir, lo contrario de una doctrina. Toda doctrina establece límites. El liberal tiene que creer en los principos del liberalismo, pues de lo contrario no será liberal. El cristiano, cualquiera que sea su confesión, deberá creer en Cristo, pues de lo contrario no será cristiano.

Los cristianos, los judíos y los mahometanos creen en el dogma: «NO hay más que un solo Dios». Quien cree en quince dioses o en dos o en setecientos, no podrá ser ni cristiano, ni judío, ni mahometano. En todas las doctrinas existen cuestiones facultativas, que pueden aceptarse, pero que no es obligatorio aceptar. Los dogmas son simplemente aquellas cosas que estamos obligados a aceptar si queremos «pertenecer a ello», son el hueso duro del fruto y sin él no puede haber fruto.

La sangre es líquida, los tendones y músculos son elásticos, los tejidos son blandos, pero los huesos tiene que ser duros, si queremos caminar derechos.