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Historia, geografía y economía
EE.uu. No Saldrá de Siria by Biblioteca Carmelitas-Secundaria on Scribd
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miércoles, 9 de agosto de 2017
martes, 8 de agosto de 2017
viernes, 21 de abril de 2017
Historia, geografía y economía
¿Hacia la tercera guerra mundial?, por Francesco Tucci
“EE.UU. mantiene fuertes tensiones con Rusia, un mayor involucramiento en la guerra siria y una fuerte presión sobre Corea”.


- Francesco Tucci
- Periodista, internacionalista y docente de la PUCP
Actualmente, EE.UU. mantiene fuertes tensiones con Rusia, un mayor involucramiento en la guerra siria y una fuerte presión sobre Corea del Norte para que abandone su programa nuclear. Esta escalada preocupa a la opinión pública, pero ¿acaso estamos cerca de un nuevo conflicto mundial?
Analizando fríamente los escenarios de crisis, estos evidencian riesgos de conflictos; sin embargo, es poco probable que una tercera guerra mundial se inicie abruptamente.
Las tensiones entre EE.UU. y Rusia datan de la disolución de la Unión Soviética (1991), cuando la OTAN y la Unión Europea (UE) empezaron a reclutar países otrora socialistas.
Con la pérdida de la profundidad estratégica por parte de Rusia al quitársele sus estados “almohadas”, se añade una nueva provocación estadounidense con el proyecto revisado de la “guerra de las galaxias”. Se trata de la realización en Europa de un sistema de defensa antiaérea contra los misiles nucleares que resta eficacia a la disuasión proveniente de Rusia y China.
Con el ascenso de Putin (2000), Moscú ha reaccionado progresivamente a estas políticas occidentales, llegando a la ocupación de Crimea (2014) y a fomentar el conflicto civil en Ucrania para evitar su ingreso en la UE.
Factores geopolíticos, económicos y el ‘Russiagate’ –la sospecha de la intromisión rusa en las últimas elecciones norteamericanas– incrementan la tensión entre los dos países. No obstante, tratándose de dos potencias nucleares que poseen alrededor de 7.000 ojivas cada una, es difícil prever un enfrentamiento directo. La disuasión sigue vigente a pesar del sistema antimisiles mencionado que podría ser “perforado” por bombarderos y submarinos estratégicos.
Pasando a la crisis en Siria, la guerra por delegación para destituir a Bashar al Asad –empezada en coincidencia con la Primavera Árabe– se ha complicado notablemente. El ex presidente Barack Obama no mantuvo una postura clara durante mucho tiempo, lo que permitió el reforzamiento del Estado Islámico (EI). En la actualidad, en Siria operan varios actores internacionales con agendas muy distintas. Rusia, que no quiere perder el puerto de Tartus (su único acceso directo al mar Mediterráneo) y su renovada influencia en Oriente Medio. Turquía, que contrasta al régimen sirio y la formación de un estado kurdo. Irán, que apoya al aliado chiita Asad. Y, finalmente, EE.UU. Después del bombardeo químico en Jan Sheijun atribuido al régimen de Asad, Trump ha cambiado sus planes: la destitución del dictador es una prioridad junto a la aniquilación del EI. En este contexto, EE.UU. y Rusia terminarán repartiéndose las zonas de influencias y la principal amenaza internacional será el terrorismo yihadista.
Un escenario más peligroso para la paz desde hace tiempo es más bien el norcoreano y la ambición de Kim Jong-un de disponer de misiles nucleares intercontinentales para evitar invasiones como correlato de la ideología ‘Juche’, una visión socialista con rasgos autóctonos que pone mucho énfasis en la autodefensa y en la primacía de lo militar encima de lo político. El choque entre dos personalidades temperamentales, la suya y la de Trump, constituye un serio peligro. La actual y oculta mediación de China, único aliado de Pyongyang, será determinante para solucionar esta crisis, dominada por provocaciones y desinformación, como la real posición del portaaviones Carl Vinson.
El ascenso del populismo en EE.UU. y su difusión en Europa, la propagación del terrorismo yihadista, junto a escenarios de crisis ya existentes, determinarán probablemente una escalada de tensiones geopolíticas cuyo manejo cuidadoso será fundamental para preservar la paz mundial.
Historia, geografía y economía
La fábrica de guerras, por Santiago Roncagliolo
“Con su talento de conductor de reality shows, Donald Trump ha apuntado a tres villanos indiscutiblemente repugnantes”.

Eso me cuenta un profesor de la ciudad serbia de Novi Sad, que visito para un festival literario. En los países balcánicos, todos recuerdan alguna historia de la guerra que desmembró Yugoslavia en los años noventa, el más violento enfrentamiento en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Yo ya había conocido a un viejo que presenció limpiezas étnicas en Bosnia. Y a matrimonios que de un día a otro dejaron de ser compatriotas para convertirse en enemigos. Aquí en Serbia, el momento emblemático fueron los bombardeos.
A todos ellos les he preguntado por qué fue necesaria una guerra. España o Reino Unido también sufren tensiones separatistas, pero hoy en día, ni siquiera los más exaltados defenderían una aventura bélica contra sus rivales. Ante mis preguntas, la mayoría de balcánicos culpa a los políticos de haber manipulado a la población (por supuesto, cada quien culpa a los políticos del otro país, no a los suyos). Pero en una de mis charlas de Novi Sad, una traductora me ofrece una explicación más dolorosa:
“Fuimos a la guerra porque amábamos la guerra. Todos los yugoslavos. Durante el socialismo, nos educaron con himnos de exaltación antinazi. En el colegio, escribíamos poemas sobre los fusiles. Admirábamos como héroes a gente que disparaba, no a gente que dialogaba. Cuando surgieron diferencias importantes entre nosotros, ya no éramos capaces de solucionarlas de otra manera”.
De hecho, en Novi Sad, el museo de la ciudad es prácticamente un museo militar. Durante siglos, la actual Serbia estuvo situada en la convulsa frontera entre los imperios otomano y austro-húngaro, que, para controlar el comercio fluvial, la conquistaban y reconquistaban. A comienzos del siglo XX, aquí estalló la Primera Guerra Mundial. En la segunda, la zona sufrió la mayor cantidad de muertes en proporción con la población. Cada guerra alimenta una cultura de la revancha y una glorificación de la violencia. Cada batalla es el germen de la siguiente.
Mientras escribo esto, el presidente de Estados Unidos ha abierto tres frentes bélicos inesperados. Ha bombardeado instalaciones militares en Siria, ha arrojado en Afganistán la bomba no atómica más poderosa y ha amenazado con enviar una flota nuclear a Corea del Norte. Previsiblemente, su exabrupto ha producido una escalada global de tensión. Rusia avisa que tiene una bomba más grande que la de Estados Unidos. Corea amenaza con “guerra total”.
Hasta hace dos semanas, Donald Trump defendía mantenerse al margen de los conflictos. ¿Por qué ha cambiado de opinión? Por imagen pública. Sus medidas contra inmigrantes y refugiados se habían empantanado en el Poder Judicial. Su reforma de la sanidad había chocado contra el Parlamento. En cambio, en la política exterior, el presidente de Estados Unidos goza de amplia libertad de movimientos para complacer a los nostálgicos de la America Great Again. De hecho, tras los ataques, su popularidad aumentó diez puntos.
Con su talento de conductor de reality shows, Trump ha apuntado a tres villanos indiscutiblemente repugnantes: Bashar al Assad, ISIS y Kim Jong-un. Derrotarlos, amenazarlos y hostigarlos siempre complacerá al público. Pero si le quedase un rato libre entre las órdenes de ataque y los sondeos de opinión, Trump debería darse un paseo por Serbia. Aquí aprendería que la guerra es una fábrica de guerras y que la violencia se sabe cuándo empieza, pero nunca cuándo termina.
martes, 18 de abril de 2017
martes, 11 de abril de 2017
viernes, 7 de abril de 2017
martes, 10 de septiembre de 2013
jueves, 5 de septiembre de 2013
Historia, geografía y economía
jueves 5 de septiembre del 2013 09:20
¿Qué países apoyan y cuáles se oponen a la intervención en Siria?
Mientras el G-20 se reúne en San
Petersburgo, varios países dentro y fuera de ese bloque se han
manifestado respecto a la intención de EE.UU.

Así está de dividido el mapa del mundo hasta
el momento. En azul quienes están a favor y en rojo los que están en
contra (El Comercio)
Sin embargo, la postura rusa hasta el momento es la de no intervenir. No solo porque esto representaría una agresión a un país aliado, sino también por la áspera relación entre los EE.UU. y Rusia.
En medio de este clima enrarecido, el G-20 se reúne hoy en San Petersburgo mientras los Estados Unidos siguen buscando apoyo a la intervención.
Por el momento, varios países miembros del G-20 como Canadá, Francia, Reino Unido y Australia se han mostrado a favor de intervenir en Siria.
Además, miembros de la Unión Europea (el vigésimo miembro del G-20) como Suecia, Finlandia Grecia y Chipre, se han manifestado en el mismo sentido. Otro país que está a favor de la intervención es Noruega, que es parte del Espacio Económico Europeo pero no pertenece ni a la Unión Europea ni al G-20.
Quienes se han manifestado en contra son Rusia y China, ambos influyentes miembros del bloque de los veinte.
martes, 3 de septiembre de 2013
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