lunes, 24 de noviembre de 2008

Ciencias Sociales

El Dominical 23 de noviembre del 2008

ESPECIAL
El encuentro del sol
LA INMIGRACIÓN ASIÁTICA EN EL PERÚ. HACE 159 AÑOS EL PERÚ ABRIÓ LAS PUERTAS A LOS INMIGRANTES CHINOS, LUEGO LLEGARON LOS JAPONESES Y EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS LOS COREANOS. UNA SÍNTESIS DE FRUCTÍFERA Y FECUNDA INTEGRACIÓN CULTURAL.
Por Jorge Paredes
Los hijos del Celeste Imperio y los del Imperio del Sol Naciente llegaron al Perú en un lapso de cincuenta años, entre 1849, cuando arribaron los primeros chinos a las haciendas costeñas, y 1899 cuando el barco Sakura Maru llegó al Callao con 790 inmigrantes japoneses. Desde entonces, se produjo una transformación cultural que marcaría para siempre a la sociedad peruana. Los chinos y japoneses se fueron haciendo peruanos en la medida en que nosotros también adoptamos sus costumbres, culturas y aficiones: el juego, los comercios, las bodegas, los almacenes, la comida serían esos territorios de intercambio donde crecieron raíces compartidas. Hoy existen tantos chifas como pollerías, y en esas dos actividades tienen que ver los descendientes de estos inmigrantes (los chinos como creadores de una popular cocina cantonesa-criolla y los nikkéi como los grandes impulsores de granjas y avícolas, desde los años cincuenta del siglo pasado).
Tal vez otro rasgo compartido es que ambos grupos sufrieron duros momentos en la nueva tierra y lograron después dar el salto hacia el progreso. La primera etapa de la inmigración china (1849-1874) estuvo marcada por los abusos y crueldades en las haciendas y en las empresas guaneras, con castigos físicos y encierros; y los japoneses, si bien llegaron al Perú en mejores condiciones de trabajo, también sufrieron desde 1940 un clima de terror por la xenofobia imperante. Se les acusó de conspirar contra el Estado Peruano y sus negocios fueron saqueados y quemados, y lo peor vino un año después: Japón atacó la base estadounidense de Pearl Harbor y entró en la Segunda Guerra Mundial, entonces el Perú rompió relaciones con el imperio en su calidad de aliado de Estados Unidos, y en abril de 1942 unos dos mil japoneses (diplomáticos, profesores, comerciantes, artesanos, sastres, peluqueros, agricultores) fueron deportados desde Lima a campos de concentración en Texas y Montana.
SociedadesDesde temprano, los chinos que llegaron desde Macao al Perú se organizaron en sociedades, siguiendo una ancestral costumbre de reunirse en torno de una lengua, un distrito o un dios. En 1860 ya se les ubica en los alrededores del Mercado Central. Isabelle Lausent-Herrera, una de las que más ha investigado a la colonia china en el Perú, dice que la consolidación de esta comunidad se produce desde finales de los años ochenta del siglo antepasado, sobre todo con la llegada de nuevos comerciantes chinos provenientes de California, que abrieron negocios en Lima, y con la paulatina aceptación de los ex culíes arrendatarios de tierras o propietarios de pequeños negocios. Un papel clave en ese proceso lo cumplió la Beneficencia Central de China impulsada por el enviado imperial Zheng Zaoru en 1884, "que es como una cúpula que agrupa a todos los chinos que estaban ligados a sus sociedades regionales. De esta manera se desarrolla una comunidad urbana china mucho más acomodada, en cuyo alrededor estaban los chinos casados con las hijas nacidas de padre chino y madre peruana (injertas). A partir de los años treinta del siglo pasado se genera todo un discurso para admitir a estos descendientes en la base de esta sociedad, y aparece la conciencia de ser tusán (que significa "nacido en esta tierra"), los cuales van a cobrar una identidad propia en el Perú contemporáneo", explica Lausent-Herrera.
Por su parte, los japoneses pasaron rápidamente de las haciendas costeñas a formar sólidos núcleos en el norte (Chancay, Huaral, Huaura, Pativilca, etc.) y el sur de la capital (Cañete).
Como propietarios, comerciantes o arrendatarios de tierras, estaban agrupados alrededor de asociaciones de acuerdo a sus jurisdicciones de origen (Hiroshima, Kumamoto, Okinawa, etc.), y crearon redes de ayuda mutua como el 'tanomoshi', una especie de pandero, donde cada socio aportaba una cantidad determinada, la cual después era sorteada o asignada a un solicitante. Esto les permitió obtener dinero para crear nuevos negocios o ampliar los existentes, y consolidarse en la nueva patria. Pasados los tiempos negros de la guerra, los japoneses adquirieron una ciudadanía y según se afirma en "La memoria del ojo", un libro que reproduce la historia de esta inmigración en el Perú, las décadas de 1950 a 1970 significaron la consolidación de todos los esfuerzos. No solo en los negocios, sino también en la vida cultural y artística los nikkéi y tusán han enriquecido las letras y las artes peruanas.
Los nuevos habitantesLa tercera inmigración asiática llegada al Perú es más bien reciente. Las primeras familias coreanas se asentaron en la capital en los años setenta (Man Boc Park, el entrenador de vóley, es considerado el primer coreano en llegar a Lima en 1974), sin embargo se puede decir que la presencia numerosa de coreanos se produjo en los años noventa, con la apertura de mercados. Raúl Araki en uno de los ensayos del libro "Cuando oriente llegó a América", la llama "una inmigración de élite", pues está compuesta por empresarios provenientes del sector medio coreano y tiene que ver con el auge textil y tecnológico en el país (autos, informática, celulares, electrodomésticos).
La comunidad coreana en Lima asciende a mil personas, existe una asociación que impulsa la solidaridad con el Perú (su presidente Hong Soom Min espera crear una beneficencia) y una ONG coreana (Hapeco) ha inaugurado un policlínico en la zona de Jicamarca. Se estima que dos o tres familias coreanas llegan a Lima cada mes, una nueva historia que sigue la vieja ruta inaugurada por los chinos hace casi 160 años.
A LA MESARutas del chifaLa palabra chifa deriva de la frase china 'chi fan' que significa "a comer", aunque otros sostienen que el significado es "cocinar o saltar el arroz". "Mi abuela siempre nos llamaba '¡chi faaan!' cuando la mesa estaba servida", recuerda Liliana Com, propietaria del Wa Lok. Lo cierto es que los chinos comenzaron a preparar su comida desde muy temprano en los alrededores del Mercado Central y también en otros lugares como Huaral y Huacho en los años veinte del siglo pasado, según refiere Humberto Rodríguez Pastor en "Herederos del dragón".
"Las fondas desde un inicio fueron propiedad de los chinos", dice Liliana Com, pero luego pasaron a ser restaurantes al paso donde los japoneses servían el cau-cau y el combinado. Según ella, desde los años 30 del siglo XX comienza a cobrar auge la comida china (cantonesa) en la calle Capón, "en los cincuenta venían artistas de afuera solo para comer".
Un plato tan popular como el "arroz chaufa" representa esa fusión con lo criollo que ha tenido el chifa. "El nombre 'chaufa' es peruano y aquí es donde mejor se hace", dice Liliana Com, "porque en otros sitios se conoce como arroz primavera, arroz frito o arroz delicia". Y el nombre probablemente viene de 'chau lan fan' que significa algo así como 'saltar arroz frío'. Y los peruanos hemos hecho como nuestras palabras chinas, como sillao (salsa de soya) o kion (jengibre) o 'tai pa' (bien servido) o 'lang goi' (lo que queda de la comida).

No hay comentarios: