El Comercio 8 de enero del 2009
PUNTO DE VISTA
Los más vulnerables
Por Pamela Cox. Economista*
Tras cinco años de sostenido crecimiento económico con un promedio del 5% anual, América Latina no pudo escapar a la crisis financiera global y este año verá recortada sus expectativas de crecimiento a un promedio cercano al 2%. Si bien la región no entrará en una recesión como el mundo industrializado, el golpe se hará sentir.
Por primera vez en 30 años, varios países lograron revertir los marcados índices de desigualdad. Desde Brasil a Chile, pasando por Argentina, El Salvador o Colombia, la pobreza se había reducido en parte como resultado del espacio fiscal creado por mejores políticas macroeconómicas que permitieron generar un gasto social más inteligente y focalizado.
Este nuevo énfasis en lo social se amparó en la puesta en práctica de políticas fiscales y macroeconómicas sólidas que arrojaron superávit presupuestarios, aumentos de las reservas internacionales y una inflación relativamente bajo control.
Pero cuando una empresa importadora en la Unión Europea o Rusia carece de crédito para asegurar la compra de materias primas de la región y cuando los precios de los productos de exportación caen, quienes primero sufren son los trabajadores, que quedan sin empleo.
Tras enfrentar hace pocos meses las crisis alimentaria y energética que aumentaron los precios de la canasta familiar, ahora los sectores más humildes deben afrontar un fenómeno creado en el extranjero pero que los afecta.
Afortunadamente, los gobiernos de la región son conscientes de que es el momento de actuar. En aquellos países en los cuales existen redes de protección social sólidas como Brasil, México, El Salvador, Panamá, Jamaica y Colombia, hay posibilidades de evitar que la crisis financiera se transforme en una crisis social.
Mientras los países ricos continúan preparando paquetes fiscales para estimular la economía, la región debería --con fondos propios o con asistencia de organismos de cooperación-- priorizar los paquetes con fuerte contenido social para evitar una recaída en los índices de pobreza. En América Latina, las redes de protección social representan bases sólidas sobre las cuales edificar una plataforma más amplia que cubra a la población más vulnerable.
Tras casi una década de aprendizaje, los programas de transferencias monetarias condicionadas (TMC), a partir de los cuales la jefa de familia se compromete a que sus hijos asistan regularmente a la escuela y a los chequeos médicos a cambio de una transferencia monetaria de apoyo, han permitido que millones de personas retomen una senda de esperanza, que los jóvenes tengan más oportunidades en su educación, extendiendo puentes para ingresar al mercado laboral. De esta forma, al tiempo que se apoya a los más humildes, los TMC generan una corresponsabilidad en la lucha contra la pobreza.
Ahora, en tiempos de crisis, se trata de expandir su cobertura y servicios para adelantarse al impacto que ella ha de tener.
Ser oportuno es esencial. Si la experiencia dicta que en tiempos de crisis como la actual se debe expandir el gasto público dirigido a las redes sociales de emergencia, se trata de hacerlo antes de que sea tarde y así prepararse para cuando la tormenta pase y la sociedad pueda retomar una agenda vigorosa de crecimiento tendiente a continuar reduciendo la brecha social que en América Latina separa a tantos de tan pocos.
* VICEPRESIDENTA DEL BANCO MUNDIAL PARA AMÉRICA LATINA
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