ESTUDIOS. Luis Millones
Un diálogo con la muerte
EL ANTROPÓLOGO E HISTORIADOR PERUANO HA ESCRITO UN FASCINANTE LIBRO SOBRE LO QUE PASA DESPUÉS DE QUE FALLECEMOS Y CÓMO LO PROCESAMOS
Por: Gonzalo Galarza Cerf
Martes 31 de Agosto del 2010
Un diálogo con la muerte
EL ANTROPÓLOGO E HISTORIADOR PERUANO HA ESCRITO UN FASCINANTE LIBRO SOBRE LO QUE PASA DESPUÉS DE QUE FALLECEMOS Y CÓMO LO PROCESAMOS
Por: Gonzalo Galarza Cerf
Martes 31 de Agosto del 2010
La tradición cuenta que a las 6 p.m. esa zona se transforma en una gran ciudad antigua y allí aparecen demonios que han esclavizado sexualmente a los seres que fueron, y hay que huir de eso. Millones no huyó. Exploró Mórrope, Casagrande y Eten (territorio de donde viene su familia) en Lambayeque; Huanta y Carhuahurán, en Ayacucho; y Acobamba, en Huancavelica. Cuatro años de idas y venidas acerca de una reflexión mayor que nace de una pregunta simple: ¿Qué pasa cuando fallecemos?
El resultado es “Después de la muerte. Voces del limbo y el infierno en territorio andino”. El libro fue presentado hace un mes. Antes de que eso ocurriera, su mano derecha Hiroyasu Tomoeda falleció a causa de un cáncer. Un poco antes también, Millones, que dice nunca haberse enfermado nada más que de cosas mínimas, fue llevado al hospital y operado: le colocaron tres ‘by-pass’ en el corazón.
¿Se cumplió la advertencia?
“Era muy extraño. Sobre todo porque yo nunca he tenido operaciones. Pero soy muy frío para pensar en eso”, dice este hombre cuyos temas pilares en su carrera han sido la etnicidad y la religión popular.
Esa leyenda en Casagrande toca el tema de la muerte con el sexual.
¿Siempre se presenta esa relación?
Tiene que ver mucho con la idea de castigo, que apunta a la sexualidad. En el infierno todos los castigos son posibles. Es universal y común asumiendo el parámetro cristiano que empieza con Dante y tiene ramificaciones en las recreaciones del universo cristiano. Y son mucho más mestizas en la costa que en la sierra.
Y está también la celebración del castigo: cuando mueren los niños, por ejemplo.El tema de los niños es la reflexión de la enorme mortalidad infantil que hay en el Perú: ¿cómo procesarla?
Puedo crear un universo en el cual los niños que mueren están tocando en la orquesta de Dios, entonces allí hay un decimista en el pueblo que compone unas décimas en las cuales dice: “Compadre, comadre, ya se murió el niño, no se pongan triste, ustedes dos lo que tienen que hacer es que en lugar de estar triste tengan relaciones sexuales y tengan otro hijo para que esto les dé alegría. Su hijo ya es un angelito en el cielo”. Si uno racionaliza así, puede soportar la idea de que un tercio de todos los niños que nacen en el Perú se mueren antes de los 5 años, y la gente no empiece a suicidarse. O como en Sarhua, la muerte de un niño se celebra con una fiesta donde bailan los padres y la gente fuerza una alegría. Es una tragedia que se procesa a partir de un jolgorio que hace posible que la gente pueda vivir.
Lo fascinante del libro es que pareciera que uno puede cambiar su destino al morir…Es el núcleo del asunto: el infierno carece de eternidad. No existe porque es posible modificarla después de muerto. Y ese es el gran tema de cómo percibimos el más allá: el infierno, el purgatorio y el limbo de por sí se modifican, son instancias de castigo de alguna forma y modificables por la voluntad de uno de los parientes o de la sociedad. Es posible cambiarlo. Básicamente el que está en el otro universo puede modificar su destino. Y esa es la negativa y la sensación de rechazo que debió producir la idea del pecado mortal y la eternidad del infierno.
Lo fascinante del libro es que pareciera que uno puede cambiar su destino al morir…Es el núcleo del asunto: el infierno carece de eternidad. No existe porque es posible modificarla después de muerto. Y ese es el gran tema de cómo percibimos el más allá: el infierno, el purgatorio y el limbo de por sí se modifican, son instancias de castigo de alguna forma y modificables por la voluntad de uno de los parientes o de la sociedad. Es posible cambiarlo. Básicamente el que está en el otro universo puede modificar su destino. Y esa es la negativa y la sensación de rechazo que debió producir la idea del pecado mortal y la eternidad del infierno.
También se habla de la muerte en relación al paisaje: ¿Cómo han cambiado los escenarios?En Carhuahurán, en los años 40 o 50, el infierno estaba en unas cavernas. Después vino Sendero Luminoso y qué pasó: el infierno se abrió y los demonios salieron. Fuimos hace dos años y ahora los jóvenes trabajan en los cocales, se enferman, regresan y se mueren y ahora el infierno está en la selva. No se trata de que la gente fije mitos eternamente, sino que los procese así.
¿Qué tan consciente ha sido de esa búsqueda de la muerte?Vivía el universo de mi abuela: lleno de fantasmas, aparecidos, condenados, demonios, santos, vírgenes. Y en la universidad fui trastornado por la lectura de Dante, “La Divina Comedia”. El lado académico y mi infancia tuvieron un encuentro explosivo en mi vida. Después fue la influencia de Japón, las reflexiones de mi compañero de ruta (Tomoeda) sobre la vida y la muerte tan diferentes como las había escuchado me hicieron ver que había elegido el tema correcto.
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