«La buena información que está oculta es inútil; la mala información que está fácilmente disponible es nefasta»
lunes, 7 de febrero de 2011
Orientación y Consejería
Mi Hogar, 6 de febrero del 2011
PSICOLOGÍA
Miedos nocturnos
LOS NIÑOS ASOCIAN OSCURIDAD CON DESAMPARO, POR ESO AL MOMENTO DE DORMIR SURGEN MIEDOS Y PESADILLAS QUE NO PUEDEN CONTROLAR POR SÍ SOLOS. LOS PADRES DEBEN DARLES TRANQUILIDAD Y PROCURAR QUE DUERMAN EN SUS PROPIAS CAMAS
Domingo 6 de Febrero del 2011
A veces, al apagar la luz, vienen los monstruos, las brujas, los lobos y todos los miedos reunidos en las mentes de los niños, ya sea en forma de pesadillas o como un temor extraño que no se sabe explicar. En ocasiones un cariño en la espalda basta para calmar al pequeño, otras veces es necesario despertarlo y abrazarlo, explicarle que todo está bien, que está con mamá o con papá.
“Por lo general, los chicos relacionan la oscuridad con la soledad y el desamparo, lo que hace volar su imaginación y les hace sospechar que en su cuarto se esconden monstruos. Una alternativa es encender una luz tenue durante las noches para que el dormitorio no esté tan oscuro, hasta que el niño no necesite ayuda”, sugiere la jefa del Departamento de Psicología del hospital Honorio Delgado Hideyo Noguchi, Militza Álvarez.
Para evitar o disminuir estos episodios es aconsejable que los niños no vean películas de terror o de violencia. Tampoco se les debe amenazar con encerrarlos en su cuarto y apagarles la luz si se portan mal. Más bien, habría que tratar de realizar juegos o actividades que les den calma poco antes de dormir.
Por otra parte, la psicóloga Carmen Bravo de Rueda, de la clínica Ricardo Palma, recomienda darle tranquilidad al pequeño cuando tiene miedo o cuando tiene una pesadilla, no esperar que supere esto solo. “No es bueno pasarlo a la cama de los padres por razones de salud física y psíquica y por privacidad, así se fomenta la dependencia e inseguridad y esto se convierte en un hábito”.
Los miedos nocturnos y las pesadillas pueden aparecer desde los 3 años y se irán conforme crezca el niño. Ahora bien, si son frecuentes y el pequeño es muy ansioso, puede convenir llevarlo al psicólogo. O si el miedo no es manejable y él sufre episodios que pueden constituirse en ataques de pánico, valdría la pena acudir a un profesional.
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