jueves, 18 de agosto de 2011

Ciencias Sociales







PUNTO DE VISTA

Las cosas claras

Por: Carlos Adrianzén Economista *
Jueves 18 de Agosto del 2011

Al ignorar esa vieja regla repetida a todo candidato –“no hables, a menos que digas algo positivo”–, les recordaré que soy un profesor de Economía (y no un simpático solicitante de votos). Solo deseo servirlos escribiéndoles algo útil.

Hecha esta sencilla advertencia, les contaré que hoy, a mediados de agosto del 2011, no soy muy optimista sobre el desenvolvimiento futuro de la economía peruana. Este déficit de optimismo se asocia al menos con tres razones.

La primera nos refiere a un detalle del cual nunca hablamos. Sucede que, a pesar de todo el papel escrito por extranjeros, nacionales, vendedores de ilusiones y diligentes burócratas, lo cierto es que la economía peruana está postrada en el túnel del tiempo. Desde los noventa, hemos dejado de reformar seriamente nuestras instituciones y nos hemos contentado con defender decorosamente la estabilidad nominal y aprovechar el escenario global (exportando con precios altos y firmando TLC). Todos los esfuerzos requeridos para reformar el Estado, las instituciones o consolidar mercados han sido postergados. Como resultado de ello, ahora que EE.UU. y Europa ingresan simultáneamente a una fase recesiva e indeterminada, resulta probable que nos vayamos de bruces. Y, lo que es peor, que esta crisis configure una justificación popular para que nuevamente el Gobierno Peruano no haga lo que debería hacer.

La segunda razón tiene que ver con la moda. Latinoamérica siempre ha abrazado las modas suicidas. Aquí casi todos repetimos que existe un déficit de burocracia y que nuestros problemas resolverían persiguiendo el iluso concepto de “crecimiento con equidad”. De hecho, Humala y su equipo lucen como fanáticos de esta moda. El creer que se puede compensar una drástica caída de la demanda externa inflando el gasto estatal, no soporta mayor escrutinio de cifras y sugiere que ni siquiera han reflexionado sobre lo inútil que resultó el programa contracíclico del 2009. Nos recuperamos solo cuando los precios volvieron a subir.

La última razón es mucho menos visible que las anteriores. El elector peruano ha optado por la izquierda. Y los gobiernos de izquierda acá resultan sinónimos irrefutables de fracaso. Acordémonos de la batahola de corrupción y atraso de la dictadura velasquista; o la hiperinflación y el derrumbe al que nos llevó la hoy amnésica alianza Apra-Izquierda Unida.

[*] Decano de la Facultad de Economía de la UPC


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