PUNTO DE VISTA
El tipo de cambio: ¿qué hacer?
Por: Juan José Marthans L Economista (*)
La verdad, el próximo año será tan complicado que resultará casi imposible, seriamente, calcular guarismos. Lo único que se podrá concluir y prever es que nuestro tipo de cambio continuará cayendo. ¿En qué magnitud? Difícil decirlo con seriedad.
Nótese cómo las dos monedas que hoy rigen el comercio internacional, tanto el dólar como el euro, vienen teniendo un lamentable desempeño, dado que las economías que las emiten se encuentran profundamente desbalanceadas. No es un secreto, por ejemplo, que el dólar, en lo que va de la presente década, ha perdido no menos de 25% de su poder adquisitivo con respecto a otras monedas y con respecto al oro, no menos de 18% anual. En esas circunstancias, ufanarse de disponer de más reservas internacionales netas (RIN) denominadas en dólares linda con lo risible.
Insisto. No es que el sol esté fuerte, lo que está débil es el dólar. Las circunstancias actuales son tan delicadas que hasta un dólar del popular juego Monopolio genera una mejor reserva de valor que la moneda oficial norteamericana. A la larga, nuestros exportadores no tradicionales sentirán el impacto. ¿Qué hacer? Dos ideas para cotejar.
La primera, iniciar esfuerzos para lograr un mayor consenso en los países de la región orientado a que el comercio compensado entre nuestras economías se perfeccione y acelere vía entidades como Aladi. Alternativa dura, pero necesaria.
La segunda, buscar consensos con los bancos centrales importantes de la región para proponer, frente a las economías del G-20, la aceptación de una unidad de cuenta, resultado de una canasta de monedas como referente del flujo de comercio global. Esto generaría un sendero más predecible y estable al comercio global y al comercio peruano.
Sin embargo, es probable que no se haga nada más que demandar, como siempre, una mayor cuota de sacrificio de nuestros exportadores, solicitándoles más ajuste de costos y mayor productividad. ¿Quién lo hará? Lo demandará nuestro agente económico más ineficiente: el sector público. Triste realidad.
(*) Universidad de Piura
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