ANÁLISIS POLÍTICO
El poder venido a menos de los ministros de Estado
Por: Juan Paredes Castro
El angustioso esfuerzo del Perú por dejar atrás los problemas mineros y ambientales revela la irónica pretensión de ministros y ministerios de imponer aquello de lo que históricamente carecen: de autoridad política.En la suerte excepcional de Luis Miguel Castilla, el hábito que viste sí hace al monje: él y su ministerio y las otras instituciones que lo rodean, del BCR a la Sunat, son un ejemplo de lo que los demás sectores del aparato público no pueden exhibir.
Como no se ha construido autoridad política en ministros y autoridad administrativa en ministerios, no hay manera de apagar los fuegos de protesta de la minería ilegal en Madre de Dios que llevando allí policías y fiscales. Es el típico recurso práctico de última instancia punitiva, a falta del básico cumplimiento de la ley en primera y segunda instancias.
Ante ministros y ministerios inermes, operadores y agitadores locales prefieren negociar sus intereses con la cúspide del poder político, es decir, con la jefatura de Estado o con la presidencia del Consejo de Ministros. Esta cúspide unas veces cede y otras deja las cosas en un punto muerto, como en Conga.
Hemos tenido que esperar 191 años para que la minería ilegal sea un delito. Pero el mérito del Gobierno de declararlo así podría ser efímero y frustrante si no viene acompañado de los instrumentos de poder que necesitan ministros y ministerios para decidir, controlar y fiscalizar. El decreto legislativo último contra la minería ilegal es como un manantial en el desierto que puede agotarse al primer descuido estatal y al primer sorbo de las mafias.
El gesto de respaldo de la oposición parlamentaria al Gobierno en el manejo de la crisis de Madre de Dios encierra otra ironía: ya quisiera Humala haber tenido este tipo de respaldo en su propia bancada y en todas las crisis políticas que le ha tocado enfrentar. Lo triste es que desde el Caso Chehade hasta el de Antauro Humala, y pasando por el conflicto minero y ambiental de Conga (el presidente regional de Cajamarca sublevado contra el Gobierno Central), el Congreso no ha sido capaz de poner un orden legislativo drástico en función de los poderes perdidos y venidos a menos en el Ejecutivo.
Un ritual de saludos y abrazos entre parlamentarios oficialistas y opositores en Palacio de Gobierno no resuelve la clamorosa ausencia de autoridad política en el país, de la que tampoco se libra el Congreso, cuyo presidente se pregunta hasta hoy, en un exceso de desconexión con la realidad, “para qué sirve” este poder del Estado.
Constitucionalmente, ser ministro de Estado en el despacho A o B tiene el peso que todos imaginamos. Pero en la práctica la concentración del poder presidencial es tal que hasta el primer ministro, llamado a ser el jefe de Gobierno del día a día, no tiene el protagonismo que debe tener. Hay ministros de Estado con despachos mediatizados, pues estos son tomados por viceministros o asesores todopoderosos.
Si quiere ministros y ministerios fuertes, Humala tiene que comenzar por eliminar toda interferencia entre los poderes legítimos. Estos quieren un lugar bajo el sol y no bajo la sombra ni bajo las zarzas.
Recomendamos leer tambièn la entrevista a Lourdes Flores Nano: http://elcomercio.pe/impresa/edicion, /2012-03-18/ecen180312a02 , donde habla sobre la coyuntura política actual y/o descargar dicho artículo del archivo vertical digital de la carpeta: Perú-Politica y gobierno
No hay comentarios:
Publicar un comentario