martes, 17 de abril de 2012

Historia, Geografía y Economía







FINANCIAL TIMES

Cuidado con la falsa diferencia entre izquierda y derecha

Por: Samuel Brittan Columnista de economía
Martes 17 de Abril del 2012
En las elecciones presidenciales de Francia, François Hollande, el candidato socialista que aboga por una tasa impositiva marginal de 75%, está claramente a la izquierda. Pero ha sido amenazado por Jean-Luc Mélenchon, un opositor más izquierdista y un antiguo trotskista que ha prometido terminar con la globalización y que abriga sospechas de que Hollande, así como su predecesor, François Mitterrand, renegará de sus compromisos. Nicolas Sarkozy, el presidente en funciones, da la impresión de que dirá cualquier cosa para mantenerse en el poder. Sin embargo, podemos decir, sin abusar del lenguaje, que se puede asociar a la derecha de estos particulares opositores.
Es evidente que existen temas –y personalidades– por las que aún tiene sentido describir en términos de izquierda versus derecha, aunque para muchos no es así. Una política exterior intervencionista en el espíritu del fallecido senador demócrata de Estados Unidos Henry Jackson, diseñada para promover la democracia en el exterior, ¿es de derecha o de izquierda? Y qué se puede decir de Richard Cobden, el gran estatista liberal inglés, que escribió en 1847: “¿Cuánta preocupación y alarma innecesaria dedica Inglaterra a los asuntos de países extranjeros, con qué poco conocimiento entramos en la tarea de regular los asuntos de otras personas y cuánto mejor usaríamos nuestra energía en mejorar los internos?”.
En cierto sentido, ambos hombres eran de centroizquierda. Pero semejante clasificación cubre grandes diferencias más importantes para el bienestar humano que los argumentos convencionales izquierda-derecha en lo económico. Yo preferiría indistintamente a David Milband que a su hermano Ed como líder de la oposición laborista del Reino Unido, pero mi duda es que él podría estar más cerca de Jackson que de Cobden.
En mi libro “Izquierda o derecha, el falso dilema”, hacía notar que esa distinción tuvo sus orígenes en el lugar que ocupaban los Estados Generales Franceses después de la Revolución de 1789, cuando la nobleza tomó el lugar de honor a la derecha del rey, mientras que los integrantes comunes del ‘tercer estado’ se sentaban a la izquierda del rey. Los asuntos no tenían nada que ver con el capitalismo embrionario de la época. En el siglo XIX, la izquierda francesa estaba por encima del resto de republicanos y se identificó mucho con el anticlericalismo y más tarde con la oposición al antisemitismo que se manifestó con el Caso Dreyfus. Como resultado de estos sucesos, el Partido Radical Socialista altamente burgués insistió en seguir a la izquierda.
En las elecciones del Reino Unido de 1923, que instaló al primer gobierno laborista, el tema crucial fue la defensa del libre comercio, en el que laboristas se unieron a liberales. La asociación de la izquierda con la libertad personal y política, con el antimilitarismo, la tolerancia religiosa y los valores generales civilizados, ayuda a explicar la razón por la cual, al finalizar las décadas de 1940 y 1950, había ejecutivos de bancos en Londres y París que no se consideraban de derecha. Sin embargo, el entusiasmo con el que los partidos socialistas en 1914 votaron a favor de los presupuestos de guerra de sus gobiernos –o más tarde cuando el gobierno socialista de Guy Mollet luchó por retener la Argelia francesa– sugiere presunciones exageradas.
El argumento típico contra el concepto del espectro es que puso a Hitler y a Stalin en los extremos de derecha y de izquierda, cuando en realidad tenían mucho más en común que lo que tenían con políticos de centro. Mi principal opinión sigue siendo que el concepto de un espectro izquierda-derecha en el que cualquier persona interesada en política puede ser ubicada oscurece más que ilumina. Además, amortigua asuntos importantes y levanta barreras entre los que deberían ser aliados.
Para tomar un ejemplo, en su mayoría son los políticos de extrema izquierda o de extrema derecha que piensan que la Eurozona es perjudicial para sus habitantes y desean desmantelarla. ¿Su denominación los hace equivocarse? Y para hablar de asuntos más locales: supongo que la oposición keynesiana al compromiso del primer ministro del Reino Unido, David Cameron, de eliminar el déficit, lo ubica al centro o ligeramente a la izquierda. Pero es mucho más radical que la concentración instintiva laborista en temas distributivos.
En la actualidad, la izquierda se define mejor por una hostilidad instintiva al capitalismo y un odio a la ‘desigualdad’ (junto con una inclinación peculiar a la industria manufacturera subsidiada). Existe una enorme diferencia, sin embargo, si este odio es motivado por un deseo de elevar los niveles de vida de los menos favorecidos, o por envidia de aquellos más adinerados. De muchas formas, la izquierda y la derecha son solo dos tribus. La izquierda, al menos hasta la aparición de Vladimir Putin, tenía una debilidad por Rusia, y la derecha por China. Y no me atrevo a hablar del actual odio de la izquierda por Israel y las alianzas de conveniencia que algunas veces se concretan con extremistas islámicos.
Sin embargo, me enfurezco cuando los que adoptan una actitud de “laisser-faire” se describen a la “derecha de Genghis Khan”. Además, mi mayor queja contra la “derecha republicana” de EE.UU. es que le da al capitalismo competitivo un nombre erróneo asociándolo con intolerancia religiosa, una política exterior chauvinista y una tendencia punitiva.

1 comentario:

joaltomafa dijo...

Esto es muy bueno, ahora El Comercio cobra para que podamos leer su sección online de Economía, lo cual dificulta el trabajo del estudiante. Esto es fantástico porque puedo tener secciones pasadas de columnas del Financial Times sin pagar 45 soles de un servicio que ahora cobra El Comercio y que es poco utilizado. Me gusta, gracias.