sábado, 7 de abril de 2012

Historia, Geografía y Economía







La desigualdad sí importa

Por: Waldo Mendoza *
Viernes 6 de Abril del 2012
He quedado boquiabierto con el editorial del 1 de abril de este prestigioso diario en el que colaboro, “Pisos y no techos”.
En él se postula que la desigualdad no importa, que ese problema es de los nostálgicos del socialismo. “Si todos estamos mejorando, ¿por qué tendría que importarnos que algunos mejoren más?”, se pregunta el decano de la prensa nacional.
La desigualdad sí importa, y es extraño que no se conozca la montaña de conocimientos que existe en el mundo sobre este tema.
El editorial se escribió a propósito de las cifras corregidas de pobreza publicadas por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), que registran su notable reducción. Esta buena noticia, según el decano, no ha alegrado a todos: “Siguiendo un poco cuestionado sentido común que fomentan los nostálgicos del socialismo, muchos han destacado que el dato ha venido acompañado por una noticia mala, que lo desvirtuaría: la desigualdad ha aumentado”.
Pero, “[... ]aún cuando fuese cierto que, al lado de la disminución de la pobreza, hubiese aumentado la desigualdad, resultaría necio leer esta segunda noticia como una que vicia la primera”.
Los que saben acerca de los efectos de una mala distribución del ingreso dicen, esencialmente, que una distribución desigual del ingreso genera externalidades negativas, para la sociedad y para la economía. El principal canal por el cual la desigualdad impacta negativamente sobre el crecimiento es la inversión privada.
Por una parte, la inestabilidad sociopolítica generada, cuando el nivel de desigualdad es muy alto, disuade la inversión privada, local y extranjera (Alesina y Perotti 1996, Figueroa 2003).
El aumento de la desigualdad también está asociado a un crecimiento en la tasa de criminalidad, lo que también desincentiva la inversión privada (Fajnzylber et al. 2002). En el largo plazo, la desigualdad impide que el crecimiento económico sea sostenido en el tiempo (Berg y Ostry 2011).
La desigualdad entonces, cuando es alta, atenta contra el crecimiento económico prolongado.
Por otro lado, en el editorial se menciona que la desigualdad, medida por el coeficiente de Gini (que fluctúa entre cero, igualdad absoluta, y uno, desigualdad absoluta), es 0,48, menor que el 0,50 registrado hace 10 años. Aquí el problema es mayor.
Como se sabe, el Gini lo calcula el INEI a partir de la Encuesta Nacional de Hogares. Esta encuesta tiene un problema que todos los que han investigado la distribución del ingreso saben: no capta los estratos más ricos de la población. Es, esencialmente, una encuesta a los trabajadores y, por lo tanto, el Gini de 0,48 está claramente subestimado.
La gente que ha estudiado sobre este tema, como Adolfo Figueroa, Gustavo Yamada o Javier Escobal, recalculan el Gini, que en realidad está en alrededor de 0,6, el mismo que encontraron Webb y Figueroa en 1975.
En resumen, en primer lugar, la desigualdad sigue siendo muy alta en el Perú. En segundo lugar, la desigualdad, cuando es alta, sí importa, porque atenta contra el crecimiento económico sostenido. Discutamos, en consecuencia, cómo reducir la desigualdad sin afectar en el corto plazo la viada que tiene el crecimiento económico actual, buscando garantizar la sostenibilidad de ese crecimiento. Sería muy interesante un editorial que aborde este importante tema.
[*] Jefe del departamento de economía PUCP

No hay comentarios: