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viernes, 10 de mayo de 2019

Ciencia y tecnología






¿Los peces que viven en las profundidades son ciegos? Científicos hacen un revelador descubrimiento

Los investigadores analizaron cómo se desplazan las especies que viven a 1.500 metros de profundidad

peces
(Foto: Pavel Riha, University of South Bohemia)
Un grupo de investigadores descubrió un sistema visual en peces que hace posible que sean capaces de ver en las profundidades de los océanos, según un estudio publicado en la revista especializada Science.
Este hallazgo contrasta con la idea generalizada que se tenía hasta ahora de que esos animales son "esencialmente ciegos" en aguas tan profundas, según los autores de la investigación, procedentes de varios países como EE.UU., Suiza, Alemania y Australia.
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El mecanismo de visión descubierto se basa en la presencia de múltiples opsinas de varilla, que son proteínas heptahelicales cuya utilidad es proveer del ambiente propicio para la absorción de luz en una longitud de onda particular.
Un análisis de 101 genomas de peces reveló el novedoso sistema visual, que, en lugar de usar una sola opsina de varilla para ver en la oscuridad, como la mayoría de los otros vertebrados, se basa en múltiples fotopigmentos de opsina de varilla (RH1) sintonizados para cubrir una amplia gama de la bioluminiscencia emitida por organismos de aguas profundas.
Los animales pueden ver el mundo que les rodea gracias a los fotopigmentos sensibles a la luz especializados, que convierten la luz que entra por los ojos en señales electroquímicas para que el cerebro las interprete.
Los vertebrados poseen hasta cinco tipos de opsinas visuales; cuatro de cono y una varilla.
Mientras que los conos permiten la visión del color en condiciones de luz brillante, las varillas, mucho más sensibles a los cambios y la oscuridad, se utilizan en condiciones de luz tenue.
Los vertebrados que residen en los lugares oscuros de la Tierra que se cree que son ciegos al color confían en su fotopigmento de vara única para la vista.
Los peces de aguas profundas, muchos de los cuales pasan la vida en un ambiente donde la bioluminiscencia es la única fuente de luz, han desarrollado una variedad de adaptaciones biológicas para maximizar su agudeza visual en la oscuridad.
Los investigadores evaluaron las adaptaciones moleculares en los sistemas visuales de estos peces observando 101 genomas de peces y descubrieron una proliferación de genes RH1, desconocida previamente, que produce una colección diversa de fotopigmentos de opsina de vara sintonizados a varias longitudes de onda de luz presente en el fondo del mar.
De las 13 especies identificadas con más de un solo RH1, el pez aleta espinosa de plata (Diretmus argenteus) posee 38 opsinas de varilla, el número más alto conocido hasta ahora en vertebrados.

Fuente: EFE

jueves, 31 de mayo de 2018

Ciencia, tecnología y ambiente





¿Cómo se regeneró la vida tras la extinción de los dinosaurios?

Según un estudio, el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en 30.000 años, un tiempo geológico breve

A finales del periodo Cretácico, un asteroide chocó con la Tierra y provocó la desaparición de los dinosaurios.  (Foto: RoyBuri en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
A finales del periodo Cretácico, un asteroide chocó con la Tierra y provocó la desaparición de los dinosaurios. (Foto: RoyBuri en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
Hace 66 millones de años, a finales del Cretácico, el impacto de un asteroide provocó una extinción masiva que acabó con los dinosaurios y con el 75 % de las especies de la Tierra. Ahora, un nuevo estudio concluye que la recuperación de la vida en el lugar del choque fue más rápida de lo que se pensaba.
La investigación publicada en la revista Nature ha sido liderada por Christopher Lowery, de la Universidad de Texas (Austin, EE.UU.).
Dinosaurios
Dinosaurios. (Foto referencial: mrganso en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)

El impacto del asteroide, que cayó en un mar poco profundo cerca de Chicxulub, en la península mexicana de Yucatán (México), fue tan virulento que dejó un cráter de 180 kilómetros de diámetro y alteró significativamente toda la geología de la Tierra.
La potencia del impacto -equivalente a mil millones de bombas atómicas- produjo grandes terremotos de magnitud superior a once en la Escala de Richter, olas gigantes (tsunamis) de entre cien y trescientos metros de altura, aumentos de temperatura, fuegos a distancias de entre 1.500 y 4.000 kilómetros del cráter, y lluvias ácidas, entre otras catástrofes.
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Los dinosaurios vivieron en la Tierra durante unos 165 millones de años. (Foto: Agencias)

En consecuencia, se extinguieron tres de cada cuatro de las especies marinas y continentales que vivían en ese periodo (el Fanerozoico), lo que conllevó un gran cambio en la evolución de la vida sobre la Tierra.
Hasta ahora se había sugerido que tras la catástrofe, el ecosistema marino mundial tardó unos 300.000 años en recuperarse en las zonas cercanas al lugar del impacto (el Golfo de México y el Atlántico Norte), y que la contaminación por metales tóxicos podría haber sido la causa de la lenta recuperación en la zona del cráter.
Investigación
El estudio, en el que participó el catedrático del departamento de Estratigrafía y Paleontología de la española Universidad de Granada, Francisco Javier Rodríguez-Tovar, analizó las muestras de rocas obtenidas tras la perforación del cráter de Chicxulub, que conservan un registro de los primeros 200.000 años después del impacto.
El examen de varios fósiles diminutos -foraminíferos unicelulares con cáscara y nanoplancton- junto con rastros fósiles de actividad biológica y abundantes elementos químicos permitió llegar a una sorprendente conclusión: la vida reapareció en Chicxulub pocos años después del impacto.
Según los autores del trabajo, el ecosistema de alta productividad marina se recuperó en 30.000 años, un tiempo geológico comparativamente breve.
Y aunque ya se tenía constancia de esta recuperación en lugares como España, sur de Francia, Italia o Túnez (a 5.000 kilómetros de distancia del lugar del impacto), el estudio concluye que esta recuperación también fue 'inmediata' en la zona del impacto pese a que el cambio paleoambiental fue mucho más drástico.
Los autores sostienen que los procesos ecológicos, como las interacciones entre los organismos en el cráter, probablemente controlaron la recuperación.
"Esta recuperación fue incluso más rápida que en otras zonas más alejadas del impacto y es consecuencia de la importante conexión de la zona del impacto con aguas abiertas, lo que permite el rápido restablecimiento de las condiciones favorables para el desarrollo de la vida", explicó Rodríguez-Tovar.
Así, el estudio destaca la importancia de los procesos ecológicos para comprender cómo responden los ecosistemas oceánicos a eventos similares de rápida extinción.
(Fuente: EFE)