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lunes, 26 de agosto de 2024

 

La epidemia de la soledad: la crisis de salud de los usuarios de bibliotecas

«The Epidemic of Loneliness: The Library User Health Crisis». The Journal of Creative Library Practice (blog), 13 de agosto de 2024. https://creativelibrarypractice.org/2024/08/13/loneliness/.

Este ensayo examina los efectos negativos de la soledad en los usuarios de bibliotecas, su impacto en la salud y estrategias para que los trabajadores de bibliotecas aborden esta apremiante preocupación de salud pública. Se destaca cómo los trabajadores de bibliotecas tienen el potencial de transformar las bibliotecas en centros de conexión, apoyando a quienes luchan contra la soledad mediante empatía, creatividad y dedicación. Finalmente, el ensayo ofrece medidas prácticas para que los trabajadores de bibliotecas y otros profesionales de la información promuevan la conexión social dentro de sus instituciones y comunidades.

La soledad podría parecer, a primera vista, fuera de la misión de las bibliotecas. Sin embargo, los cinco valores fundamentales de la Asociación Americana de Bibliotecas (2024) subrayan la necesidad de que los individuos estén conectados consigo mismos, con el mundo que los rodea y con los demás. Como profesionales de bibliotecas, es parte de nuestra pasión y misión ayudar a las personas a alcanzar su mejor versión. Las bibliotecas ya están ofreciendo servicios y recursos para ayudar a las personas a conectarse. Este ensayo profundiza en los efectos negativos de la soledad, su impacto en la salud, y estrategias para que los trabajadores de bibliotecas aborden esta preocupación de salud pública. Los trabajadores de bibliotecas tienen el potencial de transformar las bibliotecas en espacios de conexión y pueden apoyar a aquellos que luchan contra la soledad mediante una combinación de empatía, creatividad y dedicación.

En el mundo actual, estamos más interconectados que en generaciones anteriores gracias a la tecnología. Sin embargo, muchas personas siguen experimentando una profunda soledad. Diversos estudios muestran una correlación positiva entre el consumo excesivo de medios y el aumento de la soledad. La soledad es una emoción inquietante que surge cuando una persona percibe una brecha entre sus necesidades sociales y la calidad o cantidad de sus interacciones sociales. A pesar de estar rodeados de otros, las personas pueden sentirse profundamente solas si sus relaciones carecen de profundidad y conexión significativa.

La soledad está asociada con graves riesgos para la salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares, obesidad, demencia, depresión y muerte prematura. La soledad tiene implicaciones serias para el bienestar individual y social, afectando a personas de todas las edades y orígenes.

Las bibliotecas son un último refugio social, proporcionando una variedad de servicios esenciales para la comunidad. Los trabajadores de bibliotecas desempeñan un papel crucial en combatir la soledad al crear un ambiente inclusivo y ofrecer oportunidades para la interacción significativa. Estos esfuerzos mejoran la salud y la longevidad de las personas al fomentar la actividad social.

Se han propuesto diversas estrategias para fomentar la conexión social, como la prescripción social, que vincula a las personas con recursos locales, incluyendo bibliotecas, para crear un sistema de apoyo más integrado. Las bibliotecas, con su enfoque en el bienestar social y emocional, son un lugar ideal para implementar estas estrategias.

Las bibliotecas no solo proporcionan información, sino que también ofrecen apoyo emocional crucial. Al fomentar la diversidad, la equidad y la inclusión, y al crear programas y eventos que aborden las necesidades físicas, emocionales y sociales de los usuarios, las bibliotecas pueden jugar un papel fundamental en la mejora del bienestar de la comunidad y en la lucha contra la epidemia de soledad. Para ello es esencial que los trabajadores de bibliotecas identifiquen signos de soledad en los usuarios, ya que estos pueden no reconocer sus propios sentimientos de aislamiento. Al prestar atención a estas señales, el personal puede intervenir a tiempo y mejorar la experiencia del usuario mediante varios pasos prácticos.

Crear espacios acogedores: Las bibliotecas deben ser entornos cálidos e inclusivos para combatir la soledad. Se recomienda ofrecer diversas opciones de asientos y espacios para actividades grupales o interacción social. Señalización clara y accesibilidad para todos, incluidos aquellos con discapacidades, son esenciales para hacer sentir bienvenidos a los usuarios. Algunos consejos prácticos serían:

Ofrecer programas y colecciones diversas: Organizar clubes de lectura, talleres y foros comunitarios ayuda a conectar a las personas con intereses comunes. Es fundamental diseñar programas que atraigan a diferentes demografías e intereses, y que se adapten a las necesidades locales. Incluir colecciones de libros y materiales que reflejen la diversidad cultural y las preferencias de la comunidad es también clave.

Fomentar grupos de interés: Las bibliotecas pueden animar a grupos comunitarios a utilizar sus espacios para reuniones, ofreciendo recursos y asistencia para facilitar la conversación y la conexión entre los participantes.

Promover la alfabetización digital: Ofrecer talleres sobre herramientas de comunicación en línea y redes sociales ayuda a los usuarios a mantenerse conectados. Colaborar con expertos locales y crear guías accesibles para mejorar las habilidades digitales es crucial para reducir barreras en la interacción social.

Colaborar con socios comunitarios: Asociarse con organizaciones locales, escuelas y negocios para ofrecer programas diversos e innovadores puede atraer a un público más amplio y reforzar la integración de la biblioteca en la comunidad.

Ofrecer servicios de alcance: Llevar la biblioteca a la comunidad mediante bibliotecas móviles, eventos pop-up y servicios de entrega a domicilio ayuda a conectar con personas que no pueden acceder físicamente a la biblioteca, promoviendo la inclusión.

Fomentar oportunidades de voluntariado: Los programas de voluntariado bien organizados pueden proporcionar un sentido de propósito y pertenencia, mejorando el bienestar de los participantes y fortaleciendo la relación entre la biblioteca y la comunidad.

Fomentar conexiones interpersonales: Entrenar al personal en habilidades de comunicación efectiva y en la promoción de eventos puede hacer que los usuarios se sientan valorados y conectados. También es crucial proporcionar formación en sensibilidad racial y cultural para mejorar el servicio a comunidades marginadas.

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lunes, 15 de agosto de 2022

La Historia de las toallas higiénicas.

MEMORIAS DE LIMA.
Curiosidades Universales.
La Historia de las toallas higiénicas.
¿Cómo llegamos a los tampones y toallas que conocemos hoy en día?
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, la menstruación ha sido asociada a tabúes y estigmas. Incluso cuando se comenzaron a desarrollar las tecnologías menstruales modernas, estas se mantuvieron al margen del discurso dominante debido a creencias acerca de la menstruación como algo antihigiénico y su discusión como algo “inapropiado”.
La palabra “periodo” (para referirse a la menstruación) solo fue utilizada por primera vez en la televisión norteamericana en 1985.
Sin embargo, la innovación tecnológica no se vio frenada por estas normas culturales y en 1896 las primeras toallas desechables ya estaban saliendo al mercado. Actualmente, los productos menstruales constituyen una industria multimillonaria alrededor del mundo, con anuncios publicitarios en las franjas de máxima audiencia y un sinnúmero de productos en el mercado.
¿Cómo pasamos de vendas y fibras vegetales a copas menstruales y tampones modernos (1)? Y en la medida en que las tecnologías del periodo mejoran, ¿qué han cambiado para las personas que las usan?
1800 - 1900: el cambio de siglo – De lo reusable a lo desechable.
Durante la mayor parte del siglo XIX, las prendas menstruales de franela o tela tejida hechas en casa fueron la norma.
Con el cambio de siglo, un nuevo mercado de la “higiene” menstrual surgió a partir de las preocupaciones sobre el crecimiento de bacterias en los productos reusables mal lavados entre posturas. Entre 1854 y 1915, salieron veinte patentes para productos menstruales, incluyendo las primeras copas menstruales (hechas generalmente de aluminio o caucho), pantalones de goma (literalmente bombachos o ropa interior con revestimiento de goma) y las toallas Lister (precursoras de las toallas higiénicas modernas) (3).
Pantalones de caucho para el periodo (3).
Aunque para la década de 1870 los productos menstruales ya se vendían puerta a puerta, los primeros productos comerciales disponibles para el público en general tardaron veinte años más en aparecer en catálogos. Al mismo tiempo se introdujeron accesorios menstruales tales como el “Cinturón elástico interior femenino” (un cinturón de seda y elástico al cual se le ataba una toalla) y la “Toalla antiséptica y absorbente” (2).
En la década de 1890 nuevos accesorios comenzaron a aparecer en catálogos. Por ejemplo, el Cinturón elástico interior femenino, hecho de seda y elástico, y al cual se le podía atar una toalla (2).
Sin embargo, mientras los inventores comenzaban a ver la necesidad de estos productos, los tabúes morales que rodeaban a la menstruación aún hacían que los consumidores se mostraran reacios a ser vistos comprándolos. Tal fue el caso del fracaso comercial de las toallas Lister, las primeras toallas desechables hechas de gasa y algodón, y que salieron al mercado en 1896 (2).
1900 - La Primera Guerra Mundial: Lecciones del campo de batalla
Durante la Primera Guerra Mundial las enfermeras notaron que la celulosa era más efectiva absorbiendo sangre que las vendas de tela. Esto inspiró la primera toalla higiénica Kotex de celulosa, hecha con los sobrantes de vendajes de guerra de alta absorción, que salió al mercado por primera vez en 1918.
Para 1921, Kotex se había convertido en la primera toalla sanitaria comercializada con éxito para el consumo masivo (3, 1). Además de proporcionar la innovación para un producto que cambiaría drásticamente las opciones que las mujeres tenían a su disposición, la guerra también causó otro giro importante en la vida de las mujeres: ahora debían contribuir a la producción en las fábricas de una manera nunca antes vista. Durante la Segunda Guerra Mundial, los dueños de las fábricas fomentaron el uso de productos menstruales, mediante publicidad y modificaciones en el diseño de las instalaciones sanitarias, para “endurecer” a las mujeres, con el fin de que continuaran trabajando durante su sangrado mensual. (Esto a pesar de la puesta en duda generalizada de la “estabilidad emocional” de las mujeres – por ejemplo, se animaba a las mujeres piloto a no trabajar durante “esos días del mes”).
El inicio de la popularización de los productos menstruales significó que las mujeres tomaran mayor control sobre su autonomía, permitiéndoles trabajar y participar en actividades por fuera de casa, de una manera que antes no les había sido posible (3).
1930 - 1940: “La Era Kotex” – Atrayendo a las masas
Aunque las vendas de tela hechas en casa siguieron en uso en toda Europa hasta los años 40 del siglo pasado, en la década de los 30 la creación de ofertas de productos para el periodo se disparó (1). Los tampones desechables modernos se patentaron en 1933 con el nombre de “Tampax”.
Debido a la preocupación sobre la higiene en relación con la proximidad de las toallas higiénicas con las bacterias fecales, la comunidad médica consideraba los tampones como una alternativa más saludable (4). La doctora Mary Barton, una médica británica de la época, expresó la misma opinión en una correspondencia publicada en la revista British Medical Journal en 1942 (11). Así comienza su artículo: “Como mujer y como médico, siento que no debo dejar pasar sin comentar la correspondencia sobre este tema.” (p. 709). En este se refiere a la preocupación que había en la época de que los tampones fueran “impropios” y señala que los tampones no causan abrasiones ni forúnculos en la vulva, tal como había observado en muchas de sus pacientes que usaban toallas sanitarias. En este artículo también admite que dejarse el tampón puesto por mucho tiempo puede llevar a una infección (11).
Encuestas médicas y de mercadeo revelaron que la mayoría de las mujeres que aprendieron a ponerse un tampón correctamente, no volvió a usar toallas. Sin embargo, muchas comunidades aún se mostraban renuentes de aceptar los tampones debido a preocupaciones morales sobre virginidad, masturbación y su potencial anticonceptivo (1).
La doctora Barton incluye estas preocupaciones en su reporte al mencionar que los profesionales de la salud deberían tener en cuenta las preocupaciones personales de los pacientes con respecto a la posible ruptura del himen (11). Dicho esto, se manifiesta como una fuerte partidaria de mayores opciones para las mujeres:
"Con toda certeza no conservamos nuestra feminidad a costa de la incapacidad para hacer de nuestro periodo menstrual un proceso tan cómodo e inconspicuo como sea posible. Creo que la feminidad es una actitud mental que es consistente con el conocimiento y la experiencia, y debería rechazar solo aquellas ‘mejoras’ que invadan nuestra receptividad o frustren nuestros intentos de promover la salud y la felicidad” (11).
No obstante, debido a que la gente seguía indecisa sobre los tampones, las innovaciones en toallas higiénicas continuaron desarrollándose. Mary Beatrice Davidson Kenner, una inventora afroamericana, patentó el cinturón sanitario en 1956. Este fue el primer producto que usó adhesivo para fijar la toalla (5).
En 1927, Johnson & Johnson contrató a la psicóloga pionera Lilian Gilbreth para conducir un estudio de mercadeo de la toalla higiénica (6). Gilbreth entrevistó a miles de mujeres en Estados Unidos haciéndoles preguntas sobre tamaño y ajuste (las toallas solían ser demasiado grandes y con bordes rígidos), así como preguntas sobre sus preferencias (la mayoría de las mujeres querían empaques más pequeños y discretos). Este estudio inspiró una nueva ola de campañas publicitarias enfocada a permitir que las niñas mantuvieran su inocencia, por así decirlo, separando la menstruación del sexo y la reproducción.
Estos anuncios mostraban cómo los productos menstruales hacían posible que las niñas participaran en deportes y actividades recreativas, reforzando la idea de las niñas adolescentes como jóvenes enérgicas (3). Las campañas publicitarias de tampones también adoptaron la misma estrategia con la esperanza de superar las preocupaciones morales que la gente aún mostraba.
1950 - 1990: La edad moderna – Tragedia, activismo y regulación
Las modificaciones creativas a los productos menstruales continuaron en la era de la paz, el amor y el rock and roll. Las primeras toallas sin cinturón aparecieron en 1972 e inspiraron variaciones para flujos fuertes, ligeros, así como las toallas mini. La década de 1980 vio el lanzamiento de las versiones modernas de las toallas extra largas, así como de las toallas con alas.
La popularidad de los tampones también continuó creciendo. Sin embargo, una preocupación masiva sobre su riesgo a la salud hizo noticia cuando se reportaron más de 5000 casos de síndrome de choque tóxico (TSS) entre 1979 y 1996. La mayoría de los casos estuvieron relacionados a una marca de tampones en particular y a materiales específicos que hoy en día no se comercializan. Si bien estas alarmas sanitarias no disuadieron a las mujeres de usar estos productos, pusieron en evidencia la falta de regulación por parte del Estado sobre la seguridad y composición de los productos menstruales. Esto llevó a un nuevo enfoque en alternativas más “naturales”.
En 1956, Leona Chalmers actualizó la copa menstrual, usando materiales más suaves para hacer un producto más parecido al que usamos en la actualidad (5).
Las primeras copas menstruales estaban hechas de aluminio y caucho; hoy en día, normalmente están hechas de silicona (2).
También se intentaron desarrollar opciones más extremas, como un polvo para ser insertado dentro de la vagina con el fin de neutralizar el pH de la sangre menstrual y así prevenir el cultivo de bacterias (3). Si bien las ideas más exéntricas no despegaron, las copas menstruales reutilizables, las esponjas para el periodo y otras opciones biodegradables se volvieron más populares en la década de 1970, cuando la segunda ola de movimientos feministas y ambientalistas creció (3). Las toallas mini fueron un éxito desde el momento que salieron al mercado, inspirando cartas provenientes de mujeres que finalmente podían sentirse cómodas con su periodo (1).
En la medida que el movimiento feminista animó a las mujeres a sentirse más cómodas con sus cuerpos, aquellas mujeres que estaban resentidas con una sociedad que esperaba que escondieran y se sintieran avergonzadas de su periodo, adoptaron el sangrado libre (aunque esta idea no llegó a ser muy popular) (3).
El avance más revolucionario para el manejo del periodo llegó en 1971, cuando una clínica de mujeres introdujo el “método de extracción” (3). Este invento surgió de la investigación sobre abortos seguros. Con este método las mujeres usan un artefacto que succiona todos los contenidos del útero, acortando los periodos de aproximadamente 5 días a tan solo algunos minutos.
Este procedimiento fue visto como una bendición por atletas y mujeres con periodos muy dolorosos, y sus inventores patentaron herramientas más seguras y efectivas a lo largo de los años 70 (5).
No obstante, a pesar de sus beneficios, la investigación sobre la seguridad de este procedimiento fue restringida, en parte por su asociación con los abortos tempranos (5). Adicionalmente, este método requería de un médico que realizara el procedimiento, haciéndolo potencialmente costoso (3). Esto, en conjunto con la ausencia de datos de investigación sobre sus potenciales efectos a largo plazo, previnieron que este método se popularizara.
2000 - Hoy: ¿Dónde nos encontramos ahora?
Hoy en día hay un sinnúmero de opciones para manejar el periodo, desde ropa interior para la menstruación hasta copas menstruales, pasando por toallas y tampones orgánicos, así como los tampones tradicionales y las toallas extra largas. En la primera década del siglo XXI, 80% de las mujeres usaban tampones, aunque las toallas y los protectores no se quedaban atrás (9). Incluso las opciones de tela del siglo XIX se están volviendo a poner de moda, con cada vez más opciones de ropa interior antibacteriana para el periodo en el mercado.
A medida que crece la preocupación por el impacto ambiental de los productos desechables, muchas personas están volviendo a los métodos orgánicos reusables, como las esponjas marinas menstruales y las copas de silicona (a pesar de que ambos productos han sido asociados a casos de TSS) (10, 12, 13). A medida que tenemos un mejor entendimiento sobre nuestras opciones para manejar el periodo, somos más capaces de tener mayor control sobre nuestra salud y tomar las mejores desiciones para nuestro cuerpo y vida.
Si bien las mujeres siempre han estado íntimamente involucradas en el desarrollo de productos para el periodo menstrual, el emprendimiento femenino continúa creciendo en este mercado.
Los productos y campañas publicitarias también están cambiando su enfoque para incluir a todas aquellas personas que tienen periodos, como los hombres trans y las personas no binarias.
Irónicamente, al principio se esperaba que las mujeres escondieran su menstruación para parecer más femeninas, limpias y capaces.
Incluso en la actualidad los promotores de estos productos continúan usando estrategias basadas en el miedo a “ser descubiertas” para vender desde productos perfumados hasta empaques discretos y silenciosos. Pero estas campañas también han dado un giro hacia un mensaje más feminista, promoviendo el uso de tampones como algo liberador que permite a las mujeres tener control sobre sus cuerpos y así participar en áreas de la sociedad que antes las excluían (3).
La historia nos muestra que los avances en las tecnologías menstruales han tenido un impacto significativo en la salud y la libertad personal y profesional femeninas. De patentes a pilotos, las tecnologías menstruales le han abierto las puertas a las mujeres y personas con ciclo a lo largo de la historia.
Referencias
1. Delaney J. The curse: a cultural history of menstruation. 1st ed. New York: Dutton; 1976.
2. Hufnagel GL. A history of women’s menstruation from ancient Greece to the twenty-first century:Psychological, social, medical, religious, and educational issues. Edwin Mellen Press; 2012.
3. Vostral SL. Under wraps: A history of menstrual hygiene technology. Latham, editor. Lexington Books; 2008.
4. Sackren HS. Vaginal Tampons for Menstrual Absorption. Clinical Medicine and Surgery. 1939;46(8):329.
5. Stanley A. Mothers and daughters of invention: notes for a revised history of technology. Metuchen, N.J.:Scarecrow Press; 1993.
6. Bullough VL. Merchandising the Sanitary Napkin: Lillian Gilbreth’s 1927 Survey. Signs: Journal of Women in Culture and Society. 1985;10(3):615–27.
7. Hajjeh RA, Reingold A, Weil A, Shutt K, Schuchat A, Perkins BA. Toxic shock syndrome in the United States: Surveillance update, 1979- 1996. Emerging Infectious Diseases. 1999;5(6):807–10.
8. Women’s Health Specialists of California. What is Menstrual Extraction? [Internet]. [cited 2018 Oct 13]. Available from:
9. Nicole W. A question for women’s health: chemicals in feminine hygiene products and personal lubricants.Vol. 122, Environmental health perspectives. National Institute of Environmental Health Science; 2014. p.A70-5.
10. Wylie S. Periods Without Plastic [Internet]. Plastic Pollution Coalition. 2017 [cited 2018 Oct 13]. Available from: https://www.plasticpollutioncoalition.org/.../periods...
11. Barton, M. (1942) “Intravaginal Packs” British Journal of Medicine. 709-710
12. St Leonard’s Hospital “Sponges” http://www.opendoors.nhs.uk/content/sponges retrieved November 18, 2018.
13. Nonfoux L, Chiaruzzi M, Badiou C, et al. (2018) Impact of currently marketed tampons and menstrual cups on Staphylococcus aureus growth and toxic shock syndrome toxin 1 production in vitro. Applied and Environmental Microbiology 84.
Memorias de Lima.
Puede ser una imagen de 1 persona y texto que dice "¿Sabías qué? Ella es Mary Beatrice Kenner, la mujer que invento las toallas femeninas en 1956. Su invento ayuda a miles de millones de mujeres todos los meses, sin duda le debemos miles de Likes."

 

martes, 26 de noviembre de 2019

Educación física






El 81% de los adolescentes son sedentarios: ¿cuánta actividad física debe realizar un menor para estar saludable?

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud publicado en la revista ‘The Lancet’ advierte sobre la falta de actividad en los adolescentes. Conversamos con un especialista para conocer cuál es la cantidad de ejercicios adecuada

Las consecuencias de la falta de actividad van desde subir de peso hasta el incremento del riesgo de padecer cáncer. (Foto: Shutterstock)
Las consecuencias de la falta de actividad van desde subir de peso hasta el incremento del riesgo de padecer cáncer. (Foto: Shutterstock)



Alimentarse bien y llevar un estilo de vida alejado de los excesos son aspectos importantes para mantenernos saludables, pero si en este esquema falta el ejercicio, el engranaje no está completo.
Tan importante es la actividad física en nuestra vida que incluso enfermedades como el cáncer de colon, el cáncer de mama o la diabetes podrían prevenirse, en gran medida, si es que se practica adecuadamente.

Sin embargo, pese a sus beneficios, el 81% de los adolescentes en el mundo no hacen suficiente ejercicio, según advierte un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado el pasado viernes en la revista médica ‘The Lancet’. Se trata del mayor estudio realizado hasta la fecha sobre la actividad física en niños de 11 a 17 años.
El grupo de investigadores, encabezados por Regina Guthold, ha seguido la evolución (del 2001 hasta el 2017) de 1,6 millones de jóvenes que van al colegio en casi 300 encuestas nacionales en 145 países y territorios.
Los resultados de la investigación muestran que se ha avanzado muy poco en este tema en los últimos 15 años. En 2001, la OMS calculó que el 82,5% de adolescentes eran sedentarios. Asimismo, se evidencia que son las niñas las que menos actividad física realizan, 85% frente al 79% de los niños, muchas veces debido a cuestiones culturales como la falta de programas de fomento del deporte entre chicas o la escasez de instalaciones para ellas.
De mantenerse esta tendencia, el objetivo global de una reducción del sedentarismo en 15% para el 2030 no se logrará.

Factores del sedentarismo

 (Foto: GEC)
(Foto: GEC)
Según la investigación de la OMS, uno de los principales factores que explica la falta de actividad generalizada es la irrupción de las pantallas, que han cambiado los hábitos de los más jóvenes, volviéndolos menos activos.
También se destaca la creciente inseguridad que, por ejemplo, dificulta que los niños puedan ir al colegio a pie o en bicicleta, así como la falta de infraestructura.
Por otro lado, cabe señalar que la inactividad afecta igualmente a países ricos y pobres. En el Perú, la tendencia se ha mantenido desde 2001 en 84,7%. No se han visto mejoras desde entonces.
Para Alejandro Ortega, médico traumatólogo de la Clínica Javier Prado, hay muchos factores que propician el sedentarismo.
“Desde el punto de vista social, no se tiene la costumbre de hacer ejercicio: un niño que nunca ha visto a su padre ejercitarse, tampoco lo va a hacer. Por el lado de la educación, muchas personas no toman conciencia sobre su salud; por ejemplo, ven a la obesidad como un problema estético y no como una enfermedad”, explica el especialista a El Comercio.

¿Cuánta actividad física debe realizar un niño para estar saludable?

Ortega recalca que es tan beneficioso para la salud de los niños hacer deportes como realizar otro tipo de actividades recreacionales. (Foto: Pixabay)
Ortega recalca que es tan beneficioso para la salud de los niños hacer deportes como realizar otro tipo de actividades recreacionales. (Foto: Pixabay) 
 
“Los adolescentes deberían realizar ejercicios una hora diaria, entre cinco y seis veces a la semana”, dice Ortega.
Según el médico, las consecuencias de la falta de actividad van desde subir de peso hasta el incremento del riesgo de padecer cáncer. “La inactividad es causa de múltiples patologías como la obesidad, síndrome metabólico, colesterol alto, presión alta, diabetes, algunos tipos de cánceres, problemas en las articulaciones, entre otros”.
“Muchos de estos males conllevan a una disminución de la esperanza de vida y también tienen un impacto en la economía de quienes las padecen”, puntualiza.
También está el tema de la comida. En el Perú, si bien nuestra cocina es muy rica, también es muy alta en carbohidratos, por lo tanto exige que quememos el exceso de calorías; de lo contrario, los carbohidratos se acumulan como grasa e incrementan el riesgo de tener obesidad.
Por otro lado, Ortega recalca que es tan beneficioso para la salud de los niños practicar deportes como realizar otro tipo de actividades recreacionales.
Asimismo, la buena noticia es que nunca es tarde para comenzar a ejercitarse. “Lo ideal es practicarlo desde niño, pero es mejor comenzarlo a los 30 o 40 que nunca hacerlo. Aunque en este caso sería mejor estar guiado por un profesional de la salud, porque de lo contrario puede haber lesiones”.