domingo, 12 de septiembre de 2010

Matemáticas






CRÓNICA. VIDA Y OBRAS DE UNA TRABAJADORA PERUANA

La fórmula no es cuadriculada
LA PROFESORA DE MATEMÁTICAS. Silvia Sánchez dice que la aritmética o la geometría no se enseña solo con ejercicios en la pizarra que los alumnos deberán copiar en su cuaderno. Ella prefiere innovar. Ha ganado un premio que la llevará a París.

Por: Julio Escalante
Sábado 11 de Setiembre del 2010

Para cumplir sus actividades diarias, la profesora Silvia Sánchez ha aprendido a multiplicarse. Su tiempo en las mañanas está dividido entre la atención de su familia y su casa (debe dejar preparado el almuerzo), el dictado de matemáticas en el colegio estatal Sor Ana de Los Ángeles en el Callao por las tardes, y tres horas de clases de francés acelerado que recibe en las noches. Cada jornada debe sumar viajes apurados en bus. Nada logra restarle las ganas de continuar.

“Hoy van a copiarse con mi permiso”, les ha dicho esta tarde a sus alumnos del quinto año de secundaria. Ha entregado un par de hojas con ejercicios para que sean resueltos en pareja. “Quiero que conversen hasta llegar a una solución”. Un ejercicio de geometría puede dar una lección para la vida, una ruta de las relaciones humanas: compartir información, trabajar en equipo, arribar a conclusiones concertadas. La profesora Sánchez suele evaluar a sus alumnos con pruebas que no suman a una calificación final sino que sirven para que ella sepa cuánto conocen los chicos sobre un tema, y a partir de allí puede plantearse qué hacer para que aprendan. A estas pruebas las llama recojo de saberes y en las clases siguientes se dedica a solucionar las preguntas y luego a tomar exámenes y medir lo aprendido. No es raro que ponga nota 20.

Ella sabe que el aprendizaje de las matemáticas no tiene que ser una carrera contra el reloj. “Mientras los chicos no sientan que lo necesitan, no querrán aprender”, dice. Por eso lleva a su clase pequeños papeles cortados que al doblarse forman figuras en tres dimensiones, o ha hecho que sus alumnos se acerquen a la difícil trigonometría preparando un instrumento casero de medición de ángulos con un sorbete, una pita y un transportador. “Me valgo de las cosas más simples para explicarles porque ellos tienen que ver todo sin complicaciones”.

PROBLEMA RESUELTO
Dos perras, un gato, diez periquitos australianos, dos periquitos esmeralda y un loro llamado Pepito. La casa de Silvia Sánchez tiene solo dos pisos y tres dormitorios, pero aquí viven todos estos animales que son su adoración. Desde pequeña le gustó estar cerca de la naturaleza y cuando creció pensó estudiar Ingeniería Forestal. No logró ingresar a la Universidad Agraria La Molina y a los 19 años, en 1979, una temporada en la que hubo seis meses de huelga magisterial, tuvo por primera vez en frente de ella a un salón de niños de cuarto de primaria. Entonces lo supo: lo que acredita a una persona como maestro es saber llegar a sus alumnos.

Luego de ese año ingresó a la Universidad Federico Villarreal y estudió la carrera docente. Ha pasado por tres colegios y lleva 25 años de profesora. Hubo años en los que no ganaba más de S/.700 y junto con su esposo, que también es profesor, debía mantener a dos hijos. Hoy está dentro del sistema de la carrera magisterial y gana al mes casi S/.1.600. Su sueldo no le ha restado motivación para enseñar en ningún momento. “Una cosa es mi problema económico y otro mi desenvolvimiento en el aula”. Si hay que comer un pan en lugar de dos, habrá que conformarse, pero a la clase habrá que llegar puntual, a la 1:15 de la tarde para atender a cuatro salones de quinto de secundaria, unos 120 alumnos aproximadamente.

La mayoría de profesores que ella conoce trabaja en dos colegios, uno en la mañana y otro por la tarde. “No es fácil, pero qué se hace”. El año pasado ella también enseñó primaria en un colegio privado y estudiaba una maestría en Desarrollo Humano, para la cual todavía prepara su tesis.

En enero Silvia Sánchez deberá subir a un avión que la llevará al Instituto de Investigación sobre la Enseñanza de la Matemática de París, donde estudiará un curso por dos meses. Se había convertido en su vicio contestar preguntas del programa Piloto 20 del Banco de Crédito que, en convenio con la Fundación Franco Peruana, la ha premiado por su modo tan innovador de enseñar. Cuando recibió la buena noticia, lo primero que hizo fue bailar. Lo segundo, pensar que multiplicarse tanto ha tenido buen resultado.

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