Francesco Canchari: el hombre que llevó la Sal de Maras al mundo
Francesco Canchari puso en
valor un recurso milenario que nadie había notado como oportunidad de
emprendimiento. ¿Cómo vender sal se convierte en un proyecto de impacto
social de largo alcance?
Hac unas horas, uno de los mejores
restaurantes del mundo, ubicado en Miraflores, Lima, le confirmó a
Franceso Canchari que toda la sal que usarán en su cocina será la que su
empresa produce. A 1.104,2 Km de ese local —casi 19 horas por
carretera—, se encuentran las Salineras de Maras:
un espectáculo visual níveo, sobre los 3.000 m.s.n.m. Allí, 402
familias cusqueñas procesan la Sal de Maras o Sal Rosada en las 4.200
pozas contenedoras de este insumo que existen allí desde hace miles de
años. Tan antigua en nuestra historia como el Tahuantinsuyo.
En el 2006, cuando Francesco Canchari llegó por primera vez a ese
lugar, poca gente del Perú conocía la existencia y propiedades de esta
sal de tradición milenaria de los incas, que durante el virreinato fue
la mina abastecedora de sal de toda la sierra meridional. Y en el mundo,
se creía que ese tipo de recurso era elaborado exclusivamente en las
montañas del Himalaya. “No es posible que la sal se produzca en una
montaña en el Perú. Viene del mar”, le decían cuando contaba su idea de
hacer una empresa en base a este insumo. En ese entonces, y desde hace
siglos, las familias de Maras extraían la sal y
únicamente la llevaban en los lomos de burros hasta los mercados de la
ciudad. En una localidad con bajos niveles de nutrición, salud y
educación, las familias que, como guardianes de estas pozas las
mantuvieron de generación en generación, no encontraban el valor de lo
que trabajaban con tanto esmero.
Entonces, Canchari les compró de arranque una tonelada.
Entonces, comenzó un trabajo en conjunto con la comunidad que cada vez se hizo más grande.
Entonces, allí, donde nadie más veía ni creía, reparó en un producto con
gran potencial y una enorme oportunidad de negocio y de desarrollo
social.
Antes de conocer las Salineras de Maras, Francesco
Canchari no sabía nada de sal. Más bien se había desempeñado como
ingeniero de sistemas y tenía una amplia experiencia en el sector
farmacéutico. Pero nada estaba dicho. Con su marca Maras
Gourmet, aprendió sobre la marcha a llevar un negocio, y sobre
exportaciones, publicidad y márketing. También aprendió que fuera del
Perú esta sal era muy valorada no solo como insumo gourmet para los
mejores restaurantes del mundo, sino por sus propiedades curativas
relacionadas al misticismo y a la energía de la Tierra.
“Una vez leí sobre los 400 usos que se le puede dar a esta sal. Nosotros ahora tenemos como 30”, dice Canchari. Con Maras
Gourmet, además de vender sal para cocinar, se han creado diversos
productos como chocolates orgánicos, snacks saludables, sales de baño,
exfoliantes para la piel, y más. Estos están posicionados a nivel
mundial en los mejores restaurantes y hoteles a nivel mundial.
Pero mientras la marca crecía, Canchari notó que algo tenía que
cambiar. Se dio cuenta de que lo que estaba haciendo era algo mucho más
grande que un intercambio comercial con los productores de Maras. Algo mucho más importante que solo comprar y vender sal. Así, hace poco más de dos años, nació la ONG Maras,
con la que —en conjunto con aliados estratégicos— hace trabajo
educativo con los niños, proyectos de empoderamiento a las mujeres,
campañas de salud y proyectos de impulso al turismo.
Hoy, la Sal de Maras del Perú está en 18 países de
cuatro continentes del mundo —desde Canadá, Estados Unidos, Rusia y
Francia, hasta Japón, China, Filipinas y Australia—. Además, el turismo
en la zona se ha multiplicado por siete, al igual que los ingresos de
cada familia de esta comunidad cusqueña. Canchari, que comenzó
comprándoles una tonelada, ahora adquiere 240 cada año. Si antes solo el
7% de los turistas que visita Cusco llegaba a las Salineras de Maras, hoy lo hace más del 50%. Nunca antes vender sal había marcado tanta diferencia.
✎Escribe: Diana Hidalgo
❉ Fotos: Fidel Carrillo y Maras Gourmet
Hac unas horas, uno de los mejores
restaurantes del mundo, ubicado en Miraflores, Lima, le confirmó a
Franceso Canchari que toda la sal que usarán en su cocina será la que su
empresa produce. A 1.104,2 Km de ese local —casi 19 horas por
carretera—, se encuentran las Salineras de Maras:
un espectáculo visual níveo, sobre los 3.000 m.s.n.m. Allí, 402
familias cusqueñas procesan la Sal de Maras o Sal Rosada en las 4.200
pozas contenedoras de este insumo que existen allí desde hace miles de
años. Tan antigua en nuestra historia como el Tahuantinsuyo.
En el 2006, cuando Francesco Canchari llegó por primera vez a ese
lugar, poca gente del Perú conocía la existencia y propiedades de esta
sal de tradición milenaria de los incas, que durante el virreinato fue
la mina abastecedora de sal de toda la sierra meridional. Y en el mundo,
se creía que ese tipo de recurso era elaborado exclusivamente en las
montañas del Himalaya. “No es posible que la sal se produzca en una
montaña en el Perú. Viene del mar”, le decían cuando contaba su idea de
hacer una empresa en base a este insumo. En ese entonces, y desde hace
siglos, las familias de Maras extraían la sal y
únicamente la llevaban en los lomos de burros hasta los mercados de la
ciudad. En una localidad con bajos niveles de nutrición, salud y
educación, las familias que, como guardianes de estas pozas las
mantuvieron de generación en generación, no encontraban el valor de lo
que trabajaban con tanto esmero.Entonces, Canchari les compró de arranque una tonelada.
Entonces, comenzó un trabajo en conjunto con la comunidad que cada vez se hizo más grande.
Entonces, allí, donde nadie más veía ni creía, reparó en un producto con gran potencial y una enorme oportunidad de negocio y de desarrollo social.

Antes de conocer las Salineras de Maras, Francesco Canchari no sabía nada de sal. Más bien se había desempeñado como ingeniero de sistemas y tenía una amplia experiencia en el sector farmacéutico. Pero nada estaba dicho. Con su marca Maras Gourmet, aprendió sobre la marcha a llevar un negocio, y sobre exportaciones, publicidad y márketing. También aprendió que fuera del Perú esta sal era muy valorada no solo como insumo gourmet para los mejores restaurantes del mundo, sino por sus propiedades curativas relacionadas al misticismo y a la energía de la Tierra.
“Una vez leí sobre los 400 usos que se le puede dar a esta sal. Nosotros ahora tenemos como 30”, dice Canchari. Con Maras Gourmet, además de vender sal para cocinar, se han creado diversos productos como chocolates orgánicos, snacks saludables, sales de baño, exfoliantes para la piel, y más. Estos están posicionados a nivel mundial en los mejores restaurantes y hoteles a nivel mundial.
Pero mientras la marca crecía, Canchari notó que algo tenía que cambiar. Se dio cuenta de que lo que estaba haciendo era algo mucho más grande que un intercambio comercial con los productores de Maras. Algo mucho más importante que solo comprar y vender sal. Así, hace poco más de dos años, nació la ONG Maras, con la que —en conjunto con aliados estratégicos— hace trabajo educativo con los niños, proyectos de empoderamiento a las mujeres, campañas de salud y proyectos de impulso al turismo.
✎Escribe: Diana Hidalgo
❉ Fotos: Fidel Carrillo y Maras Gourmet
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