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martes, 6 de septiembre de 2022
Estos agujeros sorprenden al mundo
PERÚ VIP está en Perú Vip Viajes.
5 setiembre 2022 ·



Los miembros del público se ponen en contacto regularmente con Charles Stanish, un experto en culturas andinas de la Universidad de California, Los Ángeles. Hace dos años, Stanish recibió una llamada de un hombre en Pittsburgh que acababa de ver un programa que afirmaba que los extraterrestres jugaban un papel importante en la vida de los pueblos antiguos. Estaba interesado en obtener la opinión de Stanish sobre un sitio peruano en particular que supuestamente era obra de extraterrestres. “Siempre trato de ser amable con la gente así”, dice Stanish. “Por alguna razón, están interesados en el pasado antiguo y comparto con ellos lo que los arqueólogos saben sobre el tema”. En este caso, el hombre le preguntó a Stanish qué pensaba sobre la idea de que los extraterrestres construyeran una extraña alineación de pozos, conocida popularmente como la “Banda de los Agujeros”, en el Valle de Pisco en Perú. Aunque ha trabajado en la zona durante más de 30 años, Stanish nunca había oído hablar del sitio. Él y su colega Henry Tantaleán echaron un vistazo a sus coordenadas en Google Earth por sí mismos y se sorprendieron con las imágenes satelitales que mostraban que la Banda de Agujeros es, de hecho, una característica artificial muy inusual. Parecía estar formado por miles de pequeñas depresiones que discurrían cuesta arriba. “Nunca había visto algo así”, dice Stanish. “Realmente parecía único”. También estaba a solo 10 millas de las propias excavaciones de Stanish y Tantaleán en el cercano Valle de Chincha. Intrigados, decidieron intentar comprender el curioso sitio. y se sorprendieron con las imágenes satelitales que muestran que la Banda de Agujeros es de hecho una característica artificial muy inusual. Parecía estar formado por miles de pequeñas depresiones que discurrían cuesta arriba. “Nunca había visto algo así”, dice Stanish. “Realmente parecía único”. También estaba a solo 10 millas de las propias excavaciones de Stanish y Tantaleán en el cercano Valle de Chincha. Intrigados, decidieron intentar comprender el curioso sitio. y se sorprendieron con las imágenes satelitales que muestran que la Banda de Agujeros es de hecho una característica artificial muy inusual. Parecía estar formado por miles de pequeñas depresiones que discurrían cuesta arriba. “Nunca había visto algo así”, dice Stanish. “Realmente parecía único”. También estaba a solo 10 millas de las propias excavaciones de Stanish y Tantaleán en el cercano Valle de Chincha. Intrigados, decidieron intentar comprender el curioso sitio.
Juntos, Stanish y Tantaleán especularon sobre lo que podría haber sido la Banda de Agujeros. Razonaron que podría haber sido parte de una estructura defensiva, o servir como marcador para un sendero, o incluso podría ser un geoglifo en la tradición de las cercanas líneas de Nazca. Al buscar en la literatura arqueológica, encontraron que el sitio había sido documentado por primera vez en 1931 por el fotógrafo aéreo y geógrafo Robert Shippee. Desde entonces, algunos arqueólogos lo visitaron y lo describieron como formado por segmentos de agujeros poco profundos que suben una milla por una colina conocida como Monte Sierpe. El consenso parecía ser que los agujeros se hicieron para almacenar algo, pero no estaba claro exactamente qué. A pesar de que generaciones anteriores de arqueólogos conocían el sitio, no se habían realizado excavaciones y no se habían encontrado artefactos evidentes cerca de los agujeros. No hubo acuerdo sobre cuándo fue construido o por qué cultura. Para Stanish y Tantaleán, el misterio se profundizaba.
Perú Banda de Agujeros 2
(Cortesía de Charles Stanish) La disposición de depresiones de una milla de largo se puede ver aquí en una imagen reciente tomada desde un dron.
En la temporada de campo de 2015 , Stanish instaló su equipo en el Valle de Chincha y luego condujo con Tantaleán hasta Monte Sierpe. Desde abajo, la fila tras fila de agujeros que subían por la pendiente creaban una vista imponente. “De verdad, es muy impresionante”, dice Tantaleán. “Nunca había visto algo así en toda mi carrera”. Rápidamente encontraron una pequeña cantidad de cerámica que databa de poco antes de la época en que los españoles invadieron Perú, cuando los incas gobernaban esta parte. También hubo otras señales de que podría ser un sitio inca. “Empecé a sospechar que databa de la época inca porque en la base del sitio hay tumbas similares a las del valle de Chincha que datan de la época de los incas”, dice Tantaleán.
Una encuesta mostró que la mayoría de los agujeros tenían alrededor de tres pies de ancho y de 20 a 40 pulgadas de profundidad. Se hicieron de varias formas, algunas excavadas en montículos artificiales de tierra y otras formadas por pequeñas estructuras rocosas en la superficie. Ninguno fue excavado en el lecho de roca volcánica de la colina, como afirman algunos que creen en su origen extraterrestre. Los arqueólogos también notaron que la banda está dividida en varios grupos únicos, a los que llamaron bloques, cada uno de los cuales tiene diferentes patrones de agujeros.
Perú Banda de Agujeros 3
(Cortesía de Charles Stanish) Los agujeros tienen un promedio de 3 pies de ancho y entre 20 y 40 pulgadas de profundidad. Es posible que se hayan utilizado para medir los productos que se pagaban al estado inca como tributo.
Utilizando un dron, recopilaron imágenes aéreas y crearon un mapa nuevo y detallado de la Banda de Agujeros, que estiman se compone de entre 5000 y 6000 depresiones. Mientras que otros han sostenido que la gran cantidad de agujeros hace que sea poco probable que los prehistóricos pudieran haberlo construido por su cuenta, Stanish calcula que si se hubiera creado todo a la vez, un equipo de 100 trabajadores podría haber completado la banda en un mes. Un grupo más pequeño de 10 trabajadores podría haber llegado en quizás 300 días, aunque es probable que los agujeros se hayan excavado gradualmente durante un largo período de tiempo. Tan impresionante como parece la Band of Holes, un grupo bien organizado de personas no habría tenido problemas para crearla.
Después de inspeccionar y estudiar el sitio, Stanish comenzó a pensar que su corazonada inicial de que databa del período en que los incas habían conquistado el área era correcta. Encontraron no solo los restos de un camino inca cercano, sino también una serie de colcas, casas de almacenamiento del período inca. Junto con el descubrimiento de cerámica del período Inca cerca de la banda, estos hallazgos parecen sugerir que la Banda de Agujeros data de alrededor del siglo XV, después de que el Imperio Inca conquistara al pueblo Chincha, que era nativo de la región. "Todo fue circunstancial", dice Stanish, "pero parecía encajar". También sintieron que los agujeros alguna vez se usaron para almacenar algo, pero aún no estaba claro qué y por qué.
Perú Banda de Agujeros 5
(Cortesía de Alejandro Chu) El piso de un almacén inca excavado recientemente en el sitio de Inkawasi está dividido en un patrón de tablero de ajedrez que se usa como medio para contar los tributos.
De vuelta en la UCLAStanish asistió a una conferencia impartida por el arqueólogo de la Universidad de Harvard, Gary Urton. Urton habló sobre los descubrimientos recientes en el sitio inca de Inkawasi, que se encuentra a unas 75 millas al norte de Monte Sierpe. El arqueólogo peruano Alejandro Chu había encontrado varios de los dispositivos de registro de cuerdas anudadas conocidos como khipus en colcas allí. Muchos de los khipus estaban asociados con los restos de varios productos agrícolas, como maní y chiles, que se habían colocado en un piso dividido como un tablero de ajedrez. Los agricultores habrían traído productos a las colcas como tributo al estado Inca. Urton y sus colegas especulan que cada cuadrado de nueve por nueve pulgadas en el tablero de ajedrez se usó para medir la cantidad específica de tributo adeudado por cada agricultor o familia. Un contador oficial del estado, conocido como khipukamayuq, o “lector de khipu”,
Stanish quedó impresionado e inmediatamente vio una similitud entre el tablero de ajedrez de Inkawasi y el diseño de Band of Holes. “Tuvieron una muy buena explicación de cómo se habrían usado estos cuadrados para medir el tributo”, dice Stanish. “Me parecía probable que los agujeros en Monte Sierpe también podrían haber sido utilizados para medir el tributo”.
El resto del rompecabezas comenzó a encajar. Stanish señala que Monte Sierpe está a solo cuatro millas de Tambo Colorado, un enorme centro administrativo inca del siglo XV construido sobre el productivo valle agrícola de Pisco. La Banda de Agujeros se construye a lo largo de un camino que va desde el fondo del valle hasta Tambo Colorado. “Es el lugar perfecto para detenerse, medir sus productos y asegurarse de tener la cantidad adecuada de tributo”, dice Stanish. Él piensa que cada bloque individual de hoyos podría haber pertenecido a una familia extensa diferente, o ayllu, que habría sido un grupo contribuyente distinto. “Es posible que hayas hecho que cada grupo social viniera y llenara su cuadra con calabaza, maíz o cualquier otro producto frente a los contadores del estado, quienes podrían haber estado llevando la cuenta con khipus. La mercadería pudo entonces haber sido llevada a Tambo Colorado,
Perú Banda de Agujeros 4
(Recurso de arte) Un funcionario inca exhibe un khipu, o dispositivo de grabación de cuerdas, en esta representación de una crónica de la era colonial de la historia andina
Si, de hecho, los miles de hoyos en el sitio fueron excavados para medir el tributo, la Banda de Hoyos podría sugerir el funcionamiento interno del Imperio Inca. “Las tropas eran, por supuesto, la fuerza contundente del poder del estado”, dice Urton. “Pero fueron los khipukamayuqs quienes realmente establecieron y mantuvieron el control sobre las regiones”. El simple hecho de ser conquistado por el Inca no lo convertía a uno en ciudadano del imperio, pero el pago de impuestos sí lo hacía. Y verter frijoles y chiles en hoyos frente a los contadores estatales habría puesto al agricultor promedio en el Valle de Pisco cara a cara con el poder del estado. “Las prácticas contables de los incas fueron la clave para mantener el control del imperio”, dice Urton. “Los khipukamayuqs realmente dieron forma al mundo de los súbditos de los incas”.
Stanish señala que, a pesar de lo fuerte que era el estado inca, era un imperio extenso y sus regiones separadas conservaban cierta autonomía. El hecho de que aún no se haya encontrado un paralelo exacto con la Banda de Agujeros puede deberse a que los administradores del Valle de Pisco idearon una solución local al problema de medir el tributo. “Cuanto más te alejas de los grandes centros incas y de Machu Picchu, más influencias locales se hacen evidentes”, dice Stanish. “Monte Sierpe puede haber satisfecho una necesidad muy local”.
Stanish espera que un estudiante de posgrado continúe la investigación en Band of Holes, con la excavación de secciones cuidadosamente seleccionadas como prioridad. Si las depresiones se usaran para medir productos, aún podrían contener polen o incluso fitolitos, los fragmentos reveladores de sílice en el tejido vegetal que pueden permitir a los arqueólogos detectar la presencia de especies particulares. “Necesitamos encontrar algunos fitolitos de maíz, frijol, calabaza o pimientos”, dice Stanish. “Eso podría ayudar a asegurarlo”.
Stanish tendrá que presentar pruebas contundentes para convencer a sus compañeros académicos. Jean-Pierre Protzen, especialista en arquitectura inca de la Universidad de California, Berkeley, tiene sus propias teorías sobre Monte Sierpe. Protzen ha pasado años trabajando en Tambo Colorado y siente que Band of Holes no es contemporánea con el enorme centro Inca. “Hay otros sitios importantes anteriores cerca de Monte Sierpe que podrían haber estado asociados con él”, dice Protzen. Él piensa que los agujeros pueden haber sido usados para almacenar guano, un fertilizante importante. "Es asombroso visualmente", dice Protzen, "pero aún no sabemos mucho al respecto".
Stanish está de acuerdo en que su hipótesis debe ser probada. "Claro, es especulativo", dice. “Pero podríamos estar en la cúspide de una comprensión completamente nueva de la contabilidad inca”. Señala que otros sitios en el área con alineaciones inusuales que tradicionalmente han sido considerados religiosos también podrían haber tenido roles en la administración del sistema tributario. “Si no me equivoco, tendremos que pensar de manera diferente sobre muchos sitios que se han considerado estrictamente rituales”, dice Stanish. Si se prueba su teoría sobre el sitio, la Banda de Agujeros se erige como un monumento a la idea de que para el Inca, también, la muerte y los impuestos eran las únicas cosas seguras en la vida.

lunes, 20 de junio de 2022
¿AMA QUELLA, AMA SUA, AMA LLULLA SON LOS POSTULADOS SABIOS DE LOS INCAS?
¿AMA QUELLA, AMA SUA, AMA LLULLA SON LOS POSTULADOS SABIOS DE LOS INCAS?
En principio, las tres frases están en quechua, la lengua originaria más hablada del Perú, y durante mucho tiempo se difundió como un trílogo que definía la moral del tiempo de los incas. Las frases específicas tienen esta traducción:
• Ama Quella: no seas ocioso.
• Ama Sua: no robarás.
• Y Ama Llulla: no mentirás.
Sin embargo, esta versión se cuestionó desde hace varios años, pues no existe evidencia de que dichos postulados se hayan esstablecidos como tal durante el Imperio de los incas (1438 – 1532). Por el contrario, diversos investigadores han precisado que se trata de una versión surgida en épocas posteriores.
Consultado para esta verificación, Raúl Asensio, historiador e investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), precisó que no hay registro bibliográfico que evidencie que dicho trílogo provenga de los días del Tahuantinsuyo. Esto debido a que la primera mención de la que se tiene conocimiento hasta la fecha se consignó en el libro “Memorias del general eMiller al servicio de la república del Perú”, publicado en Londres en 1829 (siglo XIX). Es decir, por lo menos 290 años después del fin del incanato. En noviembre del 2020, una reedición del libro se presentó a través del Proyecto Especial Bicentenario, en la Feria Internacional del Libro de Lima.
“No hay nada previo: ni en las crónicas de los conquistadores ni tampoco en toda la literatura quechua del siglo XVII y XVIII”, indicó Asensio.
Por su parte, el arqueólogo Sergio Saez, director del podcast especializado en historia andina “Más de 200”, detalló que, por ejemplo, no hay mención de dichas ‘leyes’ en las crónicas de los españoles Pedro Cieza de León o Pedro Pizarro; tampoco en las publicaciones de cronistas como Felipe Guamán Poma de Ayala o Juan de Santa Cruz Pachacuti.
Respecto al libro, Guillermo Miller fue un militar británico que participó de la gesta de la independencia en batallas como las de Junín y Ayacucho. El contenido de la publicación, redactado por su hermano John Miller en base a sus escritos y memorias, está situado en un lapso de tiempo entre 1817 y 1825, desde su desembarco en Buenos Aires hasta su retorno a Inglaterra.
En la página 417 de la reedición publicada para el Bicentenario, con referencia al sistema educativo, moral y jurídico de los antiguos peruanos, se lee lo siguiente:
“Tres concisos preceptos formaban la base de todo el sistema [jurídico y moral incaico]: Ama sua – Ama quella – Ama llulla. No hurtarás, no mentirás, no estarás ocioso. Sobre estos tres principios cardinales estaba fundado el código de sus leyes civiles; el cual abrazaba el todo de las necesidades y relaciones de la sociedad civil […]”.
Esta referencia bibliográfica está consignada en el estudio “Sobre el carácter espurio de la trilogía moral incaica”, escrito por el lingüista Rodolfo Cerrón Palomino, de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Los especialistas consultados coincidieron en señalar que la investigación es una de las más completas y documentadas en la materia.
Allí, Cerrón Palomino explica que “de basarnos exclusivamente en la documentación colonial relativa al incario, no podemos sino concluir con ellos que tales máximas [la supuesta trilogía moral incaica] brillan por su ausencia en las fuentes escritas de la época, sean estas tempranas o incluso tardías”. Y agrega lo siguiente: “Si no hay registro documental, lo más probable es que estemos ante un breviario moralizante de carácter apócrifo y de procedencia desconocida, por lo que conviene preguntarse sobre la antigüedad y procedencia del mismo”.
Cerrón Palomino postula la hipótesis de que Guillermo Miller “se habría limitado a registrar algo que circulaba en boca de los patriotas, como un cliché que sintetizara, en tres postulados sencillos como categóricos, toda la historia idílica y romántica a la vez del Imperio incaico”.
Por su parte, el historiador Raúl Asensio, en base a la evidencia disponible, agregó que es poco probable que los tres preceptos hayan sido una completa invención de Miller. “Él desarrolló buena parte de su carrera en Cusco, y es probable que haya recogido [este trílogo] de una suerte de fermento local, en el cual estas ideas venían circulando, aunque quizá de una manera no tan estructurada. Pero, definitivamente, no viene del Tahuantinsuyo”.
En su estudio, Cerrón Palomino incluye otras tres referencias bibliográficas sobre estos supuestos preceptos, todas situadas en años posteriores a la de Miller. La dos primeras se basan en la investigación previamente realizada por el historiador y catedrático sanmarquino Carlos Araníbar (1928 – 2016), experto en fuentes históricas coloniales y en historiografía peruana.
Estas pesquisas fueron referidas brevemente en el artículo “Una novela histórica de Tord”, publicado por Araníbar en el volumen 34 de la revista Hueso Húmero (1999):
“Fue [Cesare] Cantú el inventor de la manida fórmula de las tres prohibiciones andinas ‘no robar, no mentir, no ser ocioso’. Esta terna fue absolutamente desconocida por toda la crónica colonial. Pasada en 1878 al idioma quechua por un fantaseador de calibre, el cuzqueño Pacheco Zegarra, se alzó la frase desde entonces al rango espurio de socorrida clave social y resumen apodíctico de la moral incaica: ama sua, ama llulla, ama quella”.
Cesare Cantú fue un historiador italiano autor de la enciclopédica “Historia Universal”, que empezó a publicar por tomos en 1838 (en castellano, en 1856). Es decir, casi una década después que las memorias de Miller.
En el estudio de Cerrón Palomino se incluye esta cita literal de Cantú sobre la moral incaica (p. 667): “se reducía a tres prohibiciones: no robar, no estar ociosos, y no mentir; estaban persuadidos [los antiguos peruanos] de que las desgracias públicas y privadas nacían de las culpas […]”.
Por otro lado, el traductor cusqueño al que se refirió Carlos Araníbar en su artículo de Hueso Húmero fue Gabino Pacheco Zegarra, famoso por haber traducido el drama quechua “Ollantay” al francés (1878). En el texto introductorio de esa edición del drama ollantino —publicada medio siglo después que las memorias de Miller—, Pacheco hace la siguiente referencia a la moral de los incas: “[…] en el simple saludo que se daban los indígenas, se puede constatar este espíritu de avanzada moral: Ama suwa, ama llulla, ama killa. No robes, no mientas, no seas ocioso, dice la persona que saluda, y la otra le responde: Hinallataj kanpas: Del mismo modo tú también”.
Finalmente, la tercera referencia que consignó Cerrón Palomino en su investigación es la del libro: “Cusco y Lima: un viaje a la antigua capital del Perú y una visita a la capital y las provincias del Perú moderno”, escrito por el historiador brtánico Clements R. Markham y publicado en 1856, en base a un viaje a territorio peruano que comenzó en 1852. Es decir, dos décadas después que las memorias de Miller.
En la página 201 de la edición consultada por Cerrón Palomino, Markham clasificó en cinco “mandamientos” las “muchas virtudes sociales” de los antiguos cusqueños:
• Ama quellanquichu: no seas ocioso
• Ama llullanquichu: no seas mentiroso
• o Ama suanquichu: no seas ladrón
• Ama huachocchucanqui: no cometas adulterio
• Ama huañu chinquichu: no matarás
Todas estas referencias, como ya se indicó, están situadas en publicaciones hechas más de dos siglos después del fin del incanato.
UN ASUNTO LINGÜÍSTICO
El arqueólogo Sergio Saez explicó a lo escrito por Markham “nos da otra pista sobre el carácter espurio de estas supuestas leyes, porque las corrige: Ama sua, Ama llulla y Ama quella están mal escritos en quechua. Él era un conocedor del quechua, estudioso de las lenguas indígenas”, indicó.
Esta postura la comparte el lingüista Rodolfo Cerrón Palomino, quien calificó de ‘sintaxis quebrada’ a la construcción gramatical del trílogo tal como lo conocemos ahora. “[…] los preceptos quechuas fueron elaborados por alguien que no tenía un dominio pleno de la lengua”, escribió. “Los apotegmas ama suwa, ama llulla y ama qilla, si bien entendibles como expresiones sincopadas, resultan gramaticalmente incorrectos, como cuando en castellano quisiéramos decir ‘no ladrón’, ‘no mentiroso’, ‘no ocioso’”.
Consultado para esta verificación, el literato Américo Mendoza Mori, profesor de quechua y castellano en la Universidad de Pensilvania (USA); confirmó que la construcción gramatical de las tres frases “no es normativa”; debido a que no sigue el patrón de reglas del uso cotidiano del quechua.
Mendoza Mori señala que el quechua es una lengua que aglutina elementos para su comprensión. En principio, indicó que los verbos en infinitivo terminan en ‘y’. Es decir, que en quechua el verbo ‘hablar’ se dice ‘rimay’. Por otro lado, el especialista agregó que el ‘Ama’ se utiliza con carácter prohibitivo, agregando el sufijo ‘-chu’ para englobar el enunciado.
“Cuando se usa el prohibitivo ‘Ama’, se termina con el sufijo ‘-chu’. Entonces, si alguien quiere decir ‘no hables’, podríamos decir ‘Ama rimaychu’. Por otro lado, si te ordenara que mientas te diría ‘llullay’, mientras que el prohibitivo sería ‘Ama llullaychu’, no mentir”.
Mendoza Mori aclaró que el hecho de no seguir la normativa no desvirtúa el alcance y valor del trílogo; a pesar de que no haya evidencia de su origen en el Tahuantinsuyo. En ese sentido, explicó que en el lenguaje hay expresiones que no son necesariamente normativas; pero que son adoptadas por la población con el paso de los años.
“Algo que no es normativo, eventualmente, debido a su exposición mediática o uso popular, es validado por los mismos habitantes. Es verdad que estas frases no siguen la normativa, pero han tenido la suficiente validación por el uso de los hablantes del quechua”, destacó el literato.
Al respecto, el historiador Asensio señaló que, actualmente, el trílogo “forma parte de un conjunto de ideas que está muy arraigado en la población”. El especialista del IEP explicó que dicho arraigo tiene como elemento clave el movimiento indigenista de inicios del siglo XX, en Cusco; que interiorizó los preceptos de Ama Quella, Ama Sua y Ama Llulla. “A partir de ese momento estas tres ideas comienzan a popularizarse”, indicó Asensio.
De hecho, la vigencia y popularidad de la trilogía es tal que en el 2015 fue reconocida por las Naciones Unidas como un conjunto de normas para una gestión pública eficiente. La decisión se tomó luego de las gestiones hechas por el gobierno de Bolivia mediante su representante en la entidad, Sacha Llorenti. Los tres principios, por cierto, están incluidos en el artículo 8 en la Constitución Política de ese país desde el 2009.
En resumen, hasta la fecha no existen documentos que certifiquen que los tres preceptos motivo señalados hayan sido establecidos como norma durante el incanato. Diversos estudios coinciden en que el registro más antiguo se remonta al año 1829, más de dos siglos después de la caída del Imperio inca. Si bien la expresión ha adquirido un carácter popular y moral —validada por el uso de la población de Perú en general; y especialmente en los Andes—, no es correcto decir que se trata de postulados, preceptos o leyes del Imperio de los incas.
En función a esto, la trilogía Ama Quella, Ama Sua, Ama Llulla fue postulada en el Imperio incaico; es falsa.
Créditos: El Búho

lunes, 21 de marzo de 2022
jueves, 25 de noviembre de 2021
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viernes, 16 de julio de 2021
martes, 7 de abril de 2020
jueves, 13 de junio de 2019
Ciencias Sociales, Ciencia y tecnología
¿Qué hacían los incas para evitar las enfermedades y cómo las trataban?
Recientes estudios muestran que las prácticas médicas durante el incanato tenían, en algunos casos, bastante éxito

Los
incas tuvieron un gran éxito en las trepanaciones craneanas. Izquierda:
trepanación de persona fallecida tras la intervención. Derecha:
trepanación exitosa. Se nota la regeneración del tejido óseo. (Foto:
Archivo)
El Inca está enfermo. El médico de la nobleza (amauca) no sabe la causa, pero está convencido de que no es culpa del soberano.
Esta es una escena ficticia que pudo ocurrir hace más de 500 años,
cuando el imperio incaico dominaba gran parte de Sudamérica. En aquel
tiempo, el origen de las enfermedades era todo un enigma y las personas dedicadas a la práctica médica solían atacar solo los síntomas.
El tratamiento de los males estaba organizado en todo el imperio y se contaba con una serie de procedimientos y rituales heredados de anteriores culturas.
Pero, en particular, “la enfermedad del inca era un suceso de la mayor
importancia y trascendencia, sentida e integrada por el pueblo como algo
propio”, como señalan los doctores Ramón Madrigal Lomba y María del
Carmen López Quintana, en su obra ‘La medicina en el Perú Prehispánico’.
exitosa. Se nota la regeneración del tejido óseo. (Foto: Archivo)
El Inca está enfermo. El médico de la nobleza (amauca) no sabe la causa, pero está convencido de que no es culpa del soberano.
Esta es una escena ficticia que pudo ocurrir hace más de 500 años,
cuando el imperio incaico dominaba gran parte de Sudamérica. En aquel
tiempo, el origen de las enfermedades era todo un enigma y las personas dedicadas a la práctica médica solían atacar solo los síntomas.
El tratamiento de los males estaba organizado en todo el imperio y se contaba con una serie de procedimientos y rituales heredados de anteriores culturas.
Pero, en particular, “la enfermedad del inca era un suceso de la mayor
importancia y trascendencia, sentida e integrada por el pueblo como algo
propio”, como señalan los doctores Ramón Madrigal Lomba y María del
Carmen López Quintana, en su obra ‘La medicina en el Perú Prehispánico’.
“Cuando enfermaba el Inca, su causa se atribuía a muy graves faltas cometidas por sus súbditos,
ya que el Capac Inca, considerado hijo del Sol, no podía cometer
pecado, ni infringir precepto alguno, y en su enfermedad también
enfermaba el Sol, se debilitaba, y como fuente suprema de vida,
acarreaba entonces múltiples peligros a la comunidad”, explica, por su
parte, Miguel Dietschy, en su libro 'La medicina en el Perú de antaño:
El rey-dios y las enfermedades'.
Para evitar que los males lleguen al Inca y al resto del pueblo, se realizaban grandes ceremonias de purificación durante el año. La más importe de ellas era la festividad “Situa”, que se realizaba durante el equinoccio de primavera.

Los incas realizaban ceremonias y festividades para tratar de alejar las enfermedades. (Foto: Difusión)
Durante el
acto de purificación, el soberano acudía al Templo del Sol durante el
cuarto creciente de la Luna. Luego de la ceremonia, salía y era recibido
por una multitud de personas y guerreros, quienes “iniciaban una carrera espectacular lanzando alaridos en todas las direcciones, esgrimiendo sus armas y hondas con proyectiles ardiendo, toda una ceremonia masiva con el fundamento mágico de ahuyentar las enfermedades”, relata Dietschy.
El espectacular acontecimiento culminaba cuando los guerreros se bañaban y lavaban sus armas en el río junto al pueblo,
quienes también se “embadurnaba el rostro, el umbral de las puertas,
los nichos de alimentos, las momias y los pozos con una papilla espesa
de maíz”.
¿Cómo trataban los incas las enfermedades?
Los
investigadores de la medicina prehispánica analizaron la cerámica del
antiguo Perú (principalmente huacos antropomorfos) para determinar cuáles eran las enfermedades más comunes en la población. Entre los males hallados, se encuentran la acromegalia, la enfermedad de Basedow, la enfermedad de Carrión (verruga peruana), ceguera, parálisis, deformidades, lepra, uta, sífilis, leishmaniasis, blastomicosis, lupus, hemorragias, entre otras.
Las personas que presentaban estas afecciones, acudían a los médicos, quienes tenían conocimientos sobre anatomía, plantas medicinas y eran considerados enlaces con las deidades. Se creía que los males se debían a malas acciones.
“Los médicos se llamaban ichuri,
y eran adivinos. Los curanderos y los brujos se llamaban comascas y los
médicos pertenecientes a la nobleza se llamaban amaucas. El enfermo confiaba las culpas cometidas al ichuri que era médico y
confesor quien una vez enterado de ellas indicaba las ofrendas y las
ceremonias que debían efectuarse. El rito se acompañaba de alaridos, de
gritos y ‘exorcismos’ para espantar el mal. Se practicaban frotaciones y
sobamientos en la parte enferma o en todo el cuerpo, y se terminaba con
la succión de la parte adolorida”, relata José de Cornide en el libro
'La Medicina en Iberoamérica'.

Los
médicos se llamaban ichuri, y eran adivinos. Los curanderos y los
brujos se llamaban comascas y los médicos pertenecientes a la nobleza se
llamaban amaucas. (Ilustración: MHN)
Los médicos usaban, señala Dietschy, coca para el dolor, el estigma del maíz como diurético, la quina en las fiebres intermitentes y bálsamos de resinas de leguminosas (miroxylon peruiferum) para curar heridas.
El uso terapéutico de estas plantas fue heredado por los incas,
cuyo conocimiento de hierbas medicinales era alabado en la conquista,
tanto “que los consideraron los primeros conocedores de la Naturaleza en
todo el mundo”.
Las exitosas trepanaciones craneanas
Las trepanaciones craneanas, un antecedente de las actuales craneotomías,
cirugías de alta complejidad en las que se perfora el cráneo debido a
infecciones o contusiones, se practicaban en el antiguo Perú, teniendo a
los médicos incas como aquellos que tuvieron mayor éxito: más del 80% de los pacientes lograba sobrevivir a la intervención, de acuerdo a un estudio publicado en la revista Science en 2018.

Las trepanaciones craneanas pueden ser rastreadas hasta la cultura Paracas. (Foto: MHN)
En esta práctica -que tiene unos 7 mil años de antigüedad y se realizó también en partes de América, Asia, África y Europa-, los médicos incas tuvieron un mayor éxito que sus pares en EE.UU., que aplicaron el procedimiento durante Guerra Civil Americana (1861–1865), unos 400 años después.
Estos
resultados replicaban los hallazgos de Valerie Andrushko, de la
Universidad del Conecticut, y John Verano, de la Universidad de Tulane,
quienes en un estudio publicado en American Journal of Physical
Anthropology analizaron 411 cráneos del período inca.
"Lejos de la idea de que unos salvajes agujereaban cráneos para alejar a los demonios, lo cierto es que eran cirujanos muy especializados”, señaló Andrushko a El Mundo.

Uno
de los cráneos analizados en 2008 muestra varios agujeros de
trepanaciones. (Foto: American Journal of Physical Anthropology)
Las trepanaciones eran realizadas sin anestesia ni antibióticos y eran aplicadas a las personas que presentaban golpes en la cabeza, para aliviar la presión sobre el cerebro, heridas de guerra, epilepsia o migraña.
“Para operar, se 'anestesiaba' al paciente con coca o alcohol, luego se procedía a cortar el cuero cabelludo hasta llegar al cráneo y se delimitaba el área a cortar marcando el perímetro. Se han descrito que para cortar el cráneo utilizaron la obsidiana (piedra volcánica), curetas de dientes de cachalote, el Tumi, entre otros instrumentos. Se extraía el área afectada,
teniendo mucho cuidado, se limpiaba y tapaba la zona con una placa de
oro y por último se colocaban los vendajes con finos algodones propios
de la zona”, explica los autores de ‘Historia del Tumi: Símbolo de la
Medicina Peruana y del Colegio Médico del Perú’.
La trepanación craneana puede rastrearse a la cultura Paracas
y, en el transcurso de 1.000 años, fue perfeccionada hasta lograr un
alto nivel de efectividad, menor mortalidad, al lograr orificios más
pequeños y menos cortes o perforaciones.
jueves, 9 de agosto de 2018
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